Imaginaos por un momento una pastilla o píldora que hiciera que estuviéramos en forma, algo así como ir al gimnasio sin acudir a él. Esta idea deja de ser descabellada tras el hallazgo de una hormona que actúa como un entrenamiento capaz de transformar la grasa “mala” en “buena”. Bajo el nombre de Irisin podría encontrase el gran remedio contra la obesidad.
El hallazgo ha sido publicado en Nature en una investigación llevada a cabo por un grupo de científicos dirigidos por Bruce Spiegelman del Instituto del Cáncer Dana-Farber en Boston. Un equipo que ha demostrado que la hormona en cuestión se produce de forma natural tanto en ratones como en seres humanos. Esta sería capaz de empujar a las células a transformarse en grasa blanca, glóbulos que sirven como reservas de calorías en exceso de la grasa marrón que genera calor.
Debido a que la hormona está presente tanto en ratones como en humanos, Spiegelman especula que pudo haber servido como una defensa evolutiva contra el frío. El hombre la ha llamado Irisin por Iris de la mitología griega y descrita como la mensajera de los dioses. Una relación, la descrita por el científico, ya que a su modo de ver el ejercicio parece “hablar” a los distintos tejidos del cuerpo a través de Irisin.
En el estudio, los ratones que recibieron la hormona habrían perdido varios gramos en los primeros 10 días después del tratamiento. Además, se asegura que ciertos genes involucrados en la alimentación de la célula se activaron. Irisin también parece que reduce el daño causado por una dieta alta en grasas y fue capaz de proteger a los ratones contra la obesidad inducida por dietas y diabetes. Cuenta Spiegelman sobre el hallazgo que:
Tenemos la esperanza, aunque no tenemos pruebas de que esta hormona puede incorporar algunos de los otros beneficios del ejercicio, tal vez en el sistema neuromuscular. Soy muy optimista con lo que hemos conseguido pero no quiero prometer nada aún.
Si fuera el caso, podríamos estar hablando de su utilización para tratar trastornos como la distrofia muscular y la atrofia muscular. Aún así, los investigadores aún tienen que calcular la cantidad de beneficio de Irisin sobre una persona con diabetes u otros problemas de salud.
Según Jeffrey Flier, doctor en Harvard, lo conseguido sólo puede verse desde el entusiasmo:
El estudio abre un enfoque totalmente nuevo para la comprensión de los vínculos entre el ejercicio, el peso corporal y la diabetes. Aunque todavía queda mucho por aprender acerca de la acción de Irisin y su estatus en los seres humanos con diversas enfermedades, este trabajo tiene el potencial de ser un cambio de juego en el campo de las enfermedades metabólicas.
El tiempo y las próximas investigaciones situaran el lugar en la historia de esta hormona que podría convertirse en el “elixir” del nuevo siglo y erradicar una de las grandes lacras en las sociedades actuales, la obesidad. Como dice el propio Spiegelman, de su posible paso a fármaco queda mucho todavía… aunque el primer paso parece que ya se ha dado.
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