Llegan las siete de la tarde y, sin motivo aparente, su bebé empieza a llorar desconsoladamente. Usted lo intenta de mil maneras, pero no consigue calmarlo con ninguna de ellas. Se desespera. Y, de repente, tres horas después, el llanto desaparece de una forma tan repentina como cuando comenzó. ¿Se ve reflejado en el caso? ¿A usted también le pasa?
Los llamados cólicos del lactante traen de cabeza a muchos padres, sobre todo si acaban de tener a su primer bebé. Estos episodios son, de hecho, un motivo frecuente de consulta médica en las primeras semanas de vida del recién nacido.
"El caso típico es el de unos padres que a la 1 de la madrugada no pueden más y se van a urgencias pensando que a su bebé le pasa algo grave", explica José María Paricio, pediatra y presidente de la Asociación para la Promoción e Investigación científica y cultural de la lactancia materna (APILAM). En muchas ocasiones, añade, " cuando llegan el bebé ya está dormido y los padres tratan de explicarse pensando que no les vas a creer. En mi caso, yo empiezo por decirles que sí les creo y les aclaro cómo se comporta un cólico", subraya.
Para diagnosticar un cólico del lactante, existe lo que se conoce como la regla de 'los 3 de Wessel' en honor al profesor de pediatría estadounidense que describió por primera vez el fenómeno. Se considera que se da un cólico del lactante si el llanto:
- Aparece antes del tercer mes de vida (generalmente no antes de los primeros 15 días)
- Dura tres o más horas al día (normalmente el inicio es a última hora de la tarde, aunque no siempre es así)
- Se prolonga durante tres o más días a la semana.
- Debido a los gases y estiramientos bruscos que a menudo acompañan a los cólicos, tradicionalmente se ha asociado el problema a molestias intestinales, aunque lo cierto es que no se conoce a ciencia cierta cuáles son las causas que lo desencadenan y si al bebé realmente le duele la tripa.
"La mayoría de expertos piensa que puede estar causado por estrés o cansancio del lactante en un momento de inmadurez neurológica y fisiológica", apunta Amalia Arce, pediatra y autora del popular blog 'Diario de una mamá pediatra', en el que ha tratado el tema en varias entradas.
"El llanto es la respuesta del bebé a todas las circunstancias que alteran su fisiología. Llora por hambre, por sueño, cuando necesita consuelo. Y probablemente también llora por inmadurez", señala.
Lo último que se está considerando es que se trata, ni más ni menos, de una etapa normal del desarrollo de los lactantes; de ahí la inefectividad de medidas como "preparar infusiones calmantes o realizar cambios en la leche", comenta Paricio.
"Es importante aclarar que no se trata de una enfermedad", subraya el pediatra, quien aclara que, pese a lo que a menudo se piensa, sólo en un pequeñísimo número de casos detrás de este llanto tan definido están otros problemas, como las alergias.
En este sentido, Arce apunta que "una buena forma de saber que no hay que buscar otros diagnósticos es comprobar que el resto del día el niño está contento, come bien y gana peso de forma correcta".
Tanto Arce como Paricio han visto en bastantes ocasiones cómo a causa de un cólico los progenitores desarrollaban cierto "sentimiento de ser malos padres".
"En estos casos hay que dejarles claro que los cólicos no se deben a nada malo que estén haciendo", explica. Por otro lado, añade Arce, en general también consuela bastante saber que el problema tiene una fecha de caducidad. "Y los cólicos suelen ceder en torno a los tres o cuatro meses".
Mientras tanto, los padres no van a encontrar solución en medicamentos o preparados herbales, señalan los pediatras, pero sí pueden utilizar algunos 'trucos' que, a veces, funcionan.
Lo primero es estar mentalizado, comprender que los niños lloran porque es su única forma de expresar sus necesidades y recordar varias veces que al bebé no le ocurre nada grave. Eso elimina mucha angustia, señalan.
También puede funcionar un cambio de aires a tiempo. "En ocasiones, los cólicos ceden de modo brusco con los cambios de escenario, como salir de casa a la calle o que el bebé sienta el traqueteo del motor del coche", apunta Paricio.
Según este especialista, también puede ser útil anticiparse un poco al cólico y coger al bebé en cuanto empiezan los primeros signos del fenómeno. "Hay que cogerlos en brazos, no esperar a que se calmen. Hay que cogerlos cuando lloran, apretarlos suavemente contra el pecho, ver si tienen hambre, ver si necesitan que se les cambie el pañal o si simplemente necesitan que se les arrulle y hable despacito o que se les acune", señala.
"Cogerlos con frecuencia no los malcría, eso es una verdadera tontería. A los bebés les viene muy bien, y los adultos también se benefician del contacto con un bebé, porque transmiten mucha ternura y buenas energías", añade.
Por su parte, Amalia Arce apunta que, en los momentos en que los padres hayan alcanzado un punto alto de desesperación, también puede ser buena idea pedir ayuda. "Un llanto constante puede poner muy nervioso. Y los nervios de alguna manera se transmiten al bebé. Dejar que otros, como abuelos u otros familiares, compartan ese momento no significa que seamos peores padres", zanja.
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