Los científicos lo llaman un "vínculo cerebral", y es lo más cerca que ha estado la ciencia de alcanzar el sueño de la conexión mental en la vida real: los pensamientos de una rata que pasea y retoza en un laboratorio de Brasil son capturados por sensores electrónicos y enviados por Internet al cerebro de una rata situada en Estados Unidos. Según lo que acaba de publicar en 'Scientific Reports' un grupo de investigadores liderado por el investigador de origen brasileño del Centro Médico de la Universidad de Duke (EEUU) Miguel Nicolelis, el segundo animal recibe el pensamiento de la primera e imita su conducta.
Al margen de la sensación de ciencia ficción que transmite el estudio, el avance que supone en la conexión directa de cerebro a cerebro podría sentar las bases de lo que Nicolelis llama un "ordenador orgánico" donde varios cerebros están unidos para resolver problemas a los que los cerebros individuales no pueden hacer frente.
Varios expertos opinan que este campo de estudio es "un campo de minas" para la ética. Sobre todo porque Nicolelis ya está trabajando en la comunicación cerebro a cerebro entre monos.
Batallones de soldados de origen animal
"Tener a primates no humanos comunicándose de cerebro a cerebro plantea todo tipo de problemas éticos", asegura un neurocientífico que ha pedido no ser identificado. "Es normal que la gente se ponga nerviosa leyendo cómo los científicos son capaces de poner cosas en los cerebros de estos animales y de cambiar con ello lo que estos hacen", dice imaginando batallones de soldados de origen animal, o incluso soldados humanos, cuyos cerebros son controlados a distancia por otros.
El laboratorio de Nicolelis ha recibido 26 millones de dólares de la Agencia de Proyectos Avanzados del Pentágono para el trabajo en las interfaces cerebro-máquina, como llaman los científicos a este campo de investigación.
Los cerebros vinculados de las ratas usadas en este estudio están basados en 15 años de investigación en interfaces cerebro-máquina. Estas interfaces, por ejemplo, son capaces de captar las señales eléctricas generadas por los cerebros de personas gravemente paralizados y de traducirlos después en comandos que mueven un brazo mecánico, el cursor de un ordenador o incluso propio brazo del paciente.
Este trabajo ha llevado a Nicolelis a preguntarse si un cerebro puede decodificar las señales eléctricas generadas por otro. La respuesta, al menos para las ratas, es sí.
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