Científicos aseguran en Nature que estas simples criaturas transportan, cultivan y recolectan sus propios alimentos, habilidades parecidas a las de los primitivos granjeros.
Parece increíble, casi una broma, pero va totalmente en serio. Una especie de ameba, un insignificante organismo que habita en el suelo de algunos bosques, practica una forma rudimentaria de agricultura. El hecho es que, como hace el ser humano desde el Neolítico, estas criaturas recolectan, transportan y, de alguna forma, cultivan sus propios alimentos, según asegura un grupo de científicos de la Rice University
en Texas (EE.UU.).
Esta impactante investigación aparece publicada en el último número de la revista Nature.
en Texas (EE.UU.).
Esta impactante investigación aparece publicada en el último número de la revista Nature.
Según explica el estudio, dirigido por la científica Debra Brock, la ameba «Dictyostelium discoideum», un organismo de conocido comportamiento social que se alimenta de bacterias, desarrolla un comportamiento «sofisticado y sorprendente» cuando se alimenta, dado que un tercio de los individuos de esta especie observados por los investigadores han mostrado habilidades parecidas a las de los primitivos «granjeros».
Control de los recursos
En determinadas circunstancias, cuando les conviene, estos pequeños seres deciden no consumir todos los recursos de la zona en la que se encuentran, para incorporar las bacterias a su cuerpo fructífero, donde fertilizan. Después, los depositan en un cultivo en una nueva localización.
La agricultura está reconocida como uno de los puntos clave del éxito de la adaptación humana al medio, y es una destreza asociada habitualmente a las formas de vida que han desarrollado relaciones sociales estructuradas. Los científicos ya habían descubierto con anterioridad que algunas especies sociales de insectos, como las termitas y determinadas clases de hormigas, son capaces de establecer sistemas de cooperación entre sus individuos y practican alguna clase de agricultura primitiva. Trabajos recientes sugieren que los microorganismos muestran comportamientos sorprendentemente sofisticados, incluyendo la comunicación, la cooperación y muchos tipos de simbiosis, pero nunca antes se había constatado esta actividad en seres tan sencillos. El dicho de ser tan tonto como una ameba ya no es tan despectivo.
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