Viajar de las dunas de Terra Tyrrhena a las misteriosas montañas fundidas; del cañón del Valle Marineris al mayor volcán del Sistema Solar que se conoce; de lo que fue un antiguo océano hoy cubierto de polvo a los polos congelados. Estos son algunos de los 40 destinos que William K. Hartmann nos propone para conocer el planeta en su libro: 'Guía turística de Marte' (Editorial Akal), que acaba de publicarse en castellano.
Hartmann, uno de los pioneros de la NASA en explorar Marte, en proyectos que inició en los años 60 con Carl Sagan, recoge en esta amena y rigurosa obra todo el conocimiento científico actual sobre el fascinante planeta rojo, vecino de nuestra Tierra, del que aún no sabemos si en un pasado remoto llegó a albergar algún tipo de vida.
Cuando el robot 'Curiosity' acaba de iniciar su largo viaje hacia este polvoriento astro, el veterano investigador nos recuerda que los humanos, si queremos seguir sus pasos, necesitaremos lleva una buena ropa de abrigo porque las temperaturas oscilan entre los 10ºC de máxima al sol y en verano, a los 87ºC bajo cero por la noche. Sin olvidar el polvo "que puede crear condiciones de apagón parecidas a los resplandores blancos árticos, donde no se ve a más de un metro y se pierde la orientación".
Historia de un planeta
La guía, como todas las turísticas, relata la historia de la exploración de Marte, desde que empezó en el siglo XVII con los primeros telescopios capaces de distinguir manchas en aquel punto ocre, hasta las últimas misiones de las agencias espaciales. Pero también nos cuenta lo que se ha ido averiguando sobre su pasado geológico gracias a los estudios sobre su geología realizados desde la distancia.
El prologuista de la obra, el geólogo Francisco Anguita, que ha colaborado con Hartmann en el pasado, destaca no sólo la calidad gráfica de la edición (las fotos, los mapas y los gráficos son espectaculares) y del contenido, sino también su papel divulgativo. "Hartmann no sólo es un investigador de primera fila, sino que es escritor de novelas y eso se nota a la hora de escribir una obra tan divulgativa como lo es ésta", afirma.
De todos los fascinantes destinos que propone el autor, Anguita elige la subida al Olimpus Mons, un monte de 21.000 metros de altura (casi tres veces más que el Everest. "Es mucha altura, pero como la gravedad en Marte es un tercio de la terrestre) y es como una gran panza, costaría menos", asegura.
Estrellas diurnas
Eso sí, la vista sería espectacular: desde la cima se verían todas las estrellas aunque fuera de día debido a las características de la atmósfera marciana. "Si en la Tierra no se ven es por la distorsión de la luz del Sol debido a las partículas de nuestra atmosfera", explica el investigador español, también un gran divulgador científico en España.
Otro de sus recorridos favoritos sería el Valle Marineris, un cañón que tiene 7.000 metros de profundidad. "El Gran Cañón de Arizona sería como una grieta en el camino a su lado", apunta Hartmann en su guía.
Para aterrizar, en caso de que llegara una misión tripulada, la zona más adecuada, y la que eligen casi todas las sondas enviadas, es el ecuador, dado que es la región que más se mueve y, como explica Anguita, la frenada es más cómoda y requiere menos gasto de energía. "Pero si lo que queremos es un buen destino turístico, preferiría las dunas del polo norte", reconoce.
Durante muchos años, las dunas marcianas fueron un misterio para la ciencia. Las manchas que se veían parecían arbustos verdosos vistos desde la Tierra. Con las sondas espaciales se descubrió que esas manchas eran dunas de polvo marciano producidas por el incesante viento.
Otro de los grandes hallazgos sobre este planeta fue el del agua. Pasó de ser un planeta totalmente seco e inerte, a descubrirse grandes cantidades de agua helada bajo su superficie. Además, las imágenes de la 'Mars Odyssey' confirmaron que en el pasado hubo grandes cantidades de agua en océanos y mares.
¿Quién nos recibirá?
También se ha sabido hace poco que si no fuera por Júpiter, probablemente habría sido mucho más parecido a la Tierra: un trabajo científico reveló que Júpiter, en los orígenes del Sistema Solar, robó masa al planeta rojo, haciendo que fuera más pequeño y se enfriara pronto. Si no hubiera sido así, las temperaturas marcianas serían algo más frescas que las terrestres, pero
"Desde luego, en este viaje a Marte no podemos esperar que sus habitantes estén esperando para recibirnos. Hasta que no se instale allí un laboratorio de bioquímica no sabremos si hay rastro de biomarcadores que nos indiquen si hubo vida hace 4.000 millones de años, antes de que el planeta empezara a perder toda su agua y se congelara", señala Anguita.
Lo que parece claro es que hay que ahorrar mucho para conseguir un billete para este viaje cósmico. Pese al empeño de algunos cerebros de la NASA, lo cierto es que el coste de llevar una nave tripulada es equivalente al de 100 misiones no tripuladas. Además, no sería nada cómodo: casi dos años de encierro en un receptáculo muy pequeño para recorrer 570 millones de kilómetros.
Pero el destino lo merece.
'Guía turística de Marte' / William K. Hartmann / Edita AKAL / Año 2011 / 478 páginas / 29 euros
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