De los más de 100 puentes que cruzan el río Támesis, en Londres, el histórico puente de Blackfriars será el que más brille de todos. La capital británica se ha propuesto llegar a ser todo un referente en energías renovables y para ello, está instalando sobre el puente de esta céntrica estación de ferrocarril una cubierta de 6.000 metros cuadrados formada por 4.400 paneles fotovoltaicos.
Situado muy cerca de la catedral de St. Paul, este puente de estilo victoriano construido en 1886 pronto se convertirá en el mayor panel de Londres y en el puente solar más grande del mundo.
Situado muy cerca de la catedral de St. Paul, este puente de estilo victoriano construido en 1886 pronto se convertirá en el mayor panel de Londres y en el puente solar más grande del mundo.
Como cuenta Lindsay Vamplew, directora del proyecto de Blackfriars de Network Rail Thameslink, «el puente victoriano fue construido en la época del vapor y ahora le estamos poniendo al día con la tecnología solar del siglo XXI, creando así una estación emblemática para la ciudad». La empresa británica Solarcentury, encargada de la gestión de la instalación, estima que estos paneles solares de alta eficiencia colocados sobre un techo de cristal generarán una producción al año de 900 MWh de electricidad. Su producción cubrirá el 50 por ciento de las necesidades energéticas de la estación, reduciendo así las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en aproximadamente 511 toneladas por año.
La regeneración de la cubierta de la estación requerirá al menos 14.000 toneladas de nuevos materiales que serán transportados en barcos a través del río, y no por carretera, con el fin de minimizar su impacto ambiental. Además de los paneles solares, la nueva estación contará con otras medidas de ahorro energético que incluyen sistemas de recolección de lluvia y tubos de sol, un sistema que capta gran cantidad de luz natural del exterior y que, mediante un tubo altamente reflectante, la transporta hasta el lugar deseado.
Pasajeros, no sardinas
Derry Newman, director ejecutivo de Solarcentury, asegura que «este puente es el lugar ideal donde crear un nuevo icono, justo en el corazón de Londres. Formará parte del paisaje urbano de la ciudad y demostrará a la gente que la energía solar es un paso vital hacia el futuro de las energías limpias». Con todas estas medidas energéticas, la Network Rail Thameslink busca reducir las emisiones de CO2 en un 25 por ciento por pasajero y kilómetro para 2020.
Este proyecto forma parte del programa Thameslink, un plan multimillonario de mejora de todo el sistema ferroviario financiado por el Departamento de Transporte de Reino Unido y cuyo lema defiende que «los pasajeros no deberían ser tratados como sardinas». Una vez finalizadas las obras, la estación doblará su capacidad de circulación en las rutas que van de norte a sur pasando por Londres. Cada hora podrán circular hasta 24 trenes, atender a más pasajeros y ofrecer un acceso directo a las principales atracciones turísticas como el Teatro The Globe y la galería de arte contemporáneo Tate Modern, situadas en la orilla sur del Támesis.
Las grúas y los operarios no paran de trabajar para que la estación de Blackfriars, que recibe al año millones de viajeros, esté totalmente lista y abierta al público para la primavera de 2012. Una fecha clave con vistas a la celebración de los Juegos Olímpicos del próximo verano.
Puentes solares en el mundo
Hasta ahora, los dos grandes proyectos referentes en cuanto a energía solar son la pasarela Kurilpa en Brisbane (Australia) y el «túnel del sol» de Amberes. En el primer caso, los australianos pueden presumir de tener uno de los puentes solares más sofisticados del planeta. El Kurilpa es una pasarela para peatones y ciclistas que cruza el río Brisbane (en Queensland) y que utiliza la energía del sol para abastecer el 75 por ciento de su sistema de iluminación LED. El puente, de 470 metros de longitud, cuenta con 84 paneles fotovoltaicos repartidos a lo largo de su estructura que generan una producción diaria de electricidad de 100 kWh y una media anual de 38 megavatios hora (MWh). En el caso de que sobre energía, el excedente se almacena en unos acumuladores para después transferirse a la red principal.
Según el Ministerio de Obras Públicas australiano «el funcionamiento de este sistema evitará alrededor de 37,9 toneladas de emisiones de dióxido de carbono cada año».
En Bélgica, 18.000 paneles fotovoltaicos cubren el techo del túnel ferroviario de Amberes de 3,6 kilómetros de longitud que conecta la ciudad con Amsterdam y cuyos trenes utilizan esta energía limpia en una pequeña parte de su recorrido. En total, las placas solares cubren una superficie de 50.000 metros cuadrados y producen 3.300 MWh, una cantidad suficiente de electricidad para abastecer el consumo medio de unas 1.000 familias en un año. La energía generada se utiliza tanto para mover los motores como para alimentar las infraestructuras ferroviarias o el alumbrado y los paneles de señalización. Habrá que esperar hasta mediados de 2012 para comprobar si Londres llega a superar estos dos megaproyectos solares.
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