Para el yeti,
el misterioso humanoide enorme y peludo que, bajo distintos nombres,
aseguran haber visto en distintas zonas del mundo, parece haber llegado
la hora de la verdad. Y es que un grupo de investigadores de la
Universidad de Oxford, junto a expertos del Museo de Zoología de
Lausana, en Suiza, han decidido examinar a
conciencia los supuestos restos orgánicos de la misteriosa criatura para
averiguar la verdad.
Yeti, Pie Grande, Sasquatch, migoi...
los nombres varían según cuál sea la región del mundo, pero todos ellos
se refieren a la misma (y supuesta) criatura. No importa si se trata
del Himalaya, Canadá o las cordilleras de Sud América, la historia es la
misma: personas que aseguran haberse encontrado con una especie de gran humanoide, totalmente cubierto de pelo y que intenta siempre poner fin cuanto antes al fugaz encuentro.
¿Mito
o realidad? Esa es la cuestión. Numerosas expediciones, la mayor parte
de ellas no científicas, han intentado obtener pruebas de la existencia
de la criatura, aunque sin éxito. Sí que hay, sin embargo, una auténtica
colección de supuestas "pruebas" físicas de su existencia, desde
huellas a excrementos o incluso mechones de pelo.
Ahora,
los investigadores aplicarán a decenas de estos "restos" las últimas
técnicas de análisis genético para determinar si, efectivamente, las
leyendas tienen algo de realidad y nos encontramos ante una nueva
especie hasta ahora desconocida.
Despejar dudas
"Es
un área de investigación en que la que cualquier académico serio se
aventura con cierto grado de inquietud -afirma Bryan Sykes, del Wolfson
College de Oxford-. Es un campo lleno de informes excéntricos y
engañosos". El investigador admite que ha habido ya otros análisis
genéticos de supuestos restos del yeti, pero ninguno de ellas es
reciente, y durante los últimos años "las técnicas de prueba,
especialmente las de cabello, han mejorado mucho debido al avance de la
ciencia forense".
Por
eso, este proyecto de investigación podría despejar de una vez y para
siempre las dudas que nos persiguen desde hace ya décadas y de las que
se han aprovechado hasta ahora incontables falsificadores y falsos científicos.
Todo empezó en el año 1951, cuando los miembros de una expedición al Everest regresaron con una serie de fotografías que mostraban las huellas de un pie gigantesco sobre la nieve.
Huellas muy similares a las que dejaría un ser humano, pero muchísimo
mayores. Fue entonces cuando se empezó a especular sobre la existencia
de una misteriosa criatura gigante, parecida a un ser humano y totalmente desconocida para la ciencia.
Desde
ese momento, los "avistamientos" se dispararon. Y no solo en el
Himalaya, sino en muchos otros lugares del mundo. Ahí están, para
demostrarlo, los "sasquatch" de Estados Unidos, los "almasty" de la
cordillera del Cáucaso o el "orang pendek" de Sumatra.
Origen humano
Los análisis serios realizados hasta el momento parecen apuntar al origen exclusivamente humano de los restos orgánicos aunque, como explica Sykes, "nunca se ha llevado a cabo una revisión sistemática de todo ese material".
Ahora, los investigadores reunirán para su estudio la mayor cantidad de (supuestas) pruebas orgánicas de todo el mundo. Partirán del archivo de restos de Lausana (Suiza) recopilados por Bernard Heuvelmans durante
más de 50 años (entre 1950 y 2001, el año de su muerte). Pero pedirán a
otras instituciones y a personas que guarden algún material de utilidad
que lo envíen al laboratorio. Todas las muestras serán después
sometidas a un riguroso análisis genético,
cuyos resultados, además, se publicarán en revistas científicas de
prestigio, de forma que el trabajo pueda ser revisado por otros
investigadores.
Por supuesto, ni Sykes ni el resto de los integrantes de su equipo está seguro de que su investigación confirme la existencia del yeti. "Creo que es improbable -afirma-. Pero, por otro lado, si no lo estudiamos, nunca lo sabremos".
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