Hace apenas un mes, dos investigadores de la Universidad de Princeton anunciaban una posible solución al desarrollo de la fusión como fuente de producción de energía eléctrica en todo el mundo. La energía de fusión es
la que utilizan las estrellas para mantenerse activas y, de poder ser
llevada a cabo a gran escala -de momento, solo se ha conseguido de forma
experimental, en pequeñas cantidades y con un gran coste económico.
Podría suponer una fuente de energía segura, limpia y prácticamente inagotable. Físicos
de todo el mundo trabajan en hacer realidad esta maravilla con un
enorme esfuerzo. Pero uno de los mayores problemas de la fusión es poder
fabricar un reactor que contenga el plasma a altísimas temperaturas, absolutamente necesarias para que el proceso funcione. Ahora, un equipo de la Universidad de Tennessee, en Knoxville (EE.UU.), ha dado un paso más para solventar esta dificultad. Han probado con éxito una tecnología que podrá aislar las mil toneladas delsolenoide central, un dispositivo capaz de crear una zona de campo magnético uniforme para mantener su interior a 100 millones de grados.
El
proceso de fusión une partículas de hidrógeno en vez de dividirlas, al
contrario de la energía nuclear, hasta que se convierten en helio, a
temperaturas infernales que pueden superar los cien millones de grados.
Un reactor de fusión utiliza campos magnéticos para confinar el plasma
en su interior, por lo que el solenoide central, el dispositivo que crea
ese campo magnético, que consta de varias bobinas gigantes apiladas una
encima de otra, resulta indispensable para encender y dirigir la
corriente de plasma.
«No como en Japón»
Los investigadores han utilizado una fibra de vidrio y una mezcla química de epoxi
líquida a elevadas temperaturas y dura cuando es tratada para crear el
solenoide. Esta tecnología ha requerido cuatro años de trabajo.
El equipo de Tennessee forma parte del proyecto ITER,
un reactor experimental de la Unión Europea, EE.UU. y otros cinco
países que se construye actualmente en Cadarache (Francia). Costará
15.000 millones de euros. Sus responsables esperan que la gran
infraestructura comience a operar en 2020 y que la energía de fusión sea masiva antes de 2040. Sus partidarios
aseguran que merece la pena invertir en esta energía limpia, que apenas
tiene riesgos, abundante y que puede durar millones de años.
«El objetivo del ITER
es para ayudar a traer la energía de fusión al mercado comercial», dice
Madhu Madhukar, uno de los físicos que participan en el proyecto. «La energía de fusión
es más segura y más eficiente que la energía de fisión nuclear. No hay
peligro de reacciones en cadena, como lo que ocurrió en Japón y
Chernobil, y hay pocos residuos radiactivos».
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