Uno de los grandes retos de los biólogos es saber cómo las células, que son idénticas al principio, se van diferenciando las unas de las otras para llegar a especializarse en cierta funcionalidad y en un órgano específico. Básicamente porque no encontraban la señal que le dijera a la célula en qué debía especializarse, hasta que se encontró otra funcionalidad para el 3’-5’-diguanilato cíclico.
El c-di-GMP, como se le conoce en entornos académicos, es la molécula encargada de controlar la motilidad, es decir, la habilidad de moverse espontánea e independientemente, y adhesión en células bacterianas. Y según un estudio guiado por Pauline Schaap en el College of Life Sciences en Dundee, sería también la señal que reciben las células para diferenciarse y especializarse.
De hecho, el laboratorio de Schaap ya había estudiado organismos multicelulares simples encontrando que el AMP cíclico inducía la diferenciación de las células motiles en esporas, ahora el c-di-GMP es la que se encarga de que se diferencien en células tallo. Según Schaap:
Nuestro trabajo es la oportunidad para entender definitivamente cómo las células aprendieron a diferenciarse unas de las otras en organismos multicelulares primitivos.
Se entiende, entonces, la importancia del estudio y descubrimiento cuando comprendemos que esta respuesta sirve para abrir una brecha de investigación sobre los organismos primitivos y cómo se especializaron. En definitiva, una parte de la evolución.
Estos descubrimientos también por importantes por el hecho de que el diguanilato cíclico sólo se había encontrado en bacterias anteriormente, en quienes produce que se formen en colonias pegajosas de bacterias. El hecho de que organismos tan distantes de las bacterias, como los Dictyosteliida usen el mismo mecanismo de diferenciación sugiere que los procesos que causan la diferenciación celular en organismos eucariontes, incluso en nostros mismos, son vestigios muy profundos de los inicios de la evolución.
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