Brilla de tal forma que parece una colección de diamantes y rubíes sobre un fondo de terciopelo negro. Los astrónomos lo llaman el «joyero» de la Vía Láctea, un conjunto de estrellas de singular belleza. Aunque ya era conocido, nunca lo habíamos visto como hasta ahora. Una combinación de imágenes tomadas por tres telescopios -el Hubble de la NASA, el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (ESO) en el Cerro de Paranal, y el MPG del observatorio de La Silla, en Chile-, han permitido mostrar este tesoro celeste en todo su esplendor.
Este cúmulo de estrellas situado a unos 6.400 años luz de la Tierra y de 16 millones de años de antigüedad se encuentra entre los objetos celestes más atractivos y fascinantes. Es tan brillante que puede ser observado a simple vista en la constelación de la Cruz del Sur. Su nombre científico es Cluster Kappa Crucis o simplemente NGC 4755, aunque en 1830 el astrónomo británico John Herschel le puso el apodo de «joyero» o «cajita de joyas» por sus colores azules y anaranjados.
Azul pálido y rubí
La imagen tomada por los telescopios destaca detalles que nunca antes se habían visto. Por ejemplo, el Hubble captó estrellas supergigantes de color azul pálido y otra supergigante solitaria de un tono rojo rubí. La gran variedad en el brillo de las estrellas del grupo se debe a que las más brillantes tienen quince o veinte veces la masa del Sol, mientras que las más tenues sólo tienen la mitad.
No es sólo una belleza, este tipo de cúmulos también son muy útiles a la ciencia. Contienen algunos miles de estrellas débilmente unidas entre sí por la gravedad. Debido a que forman parte de una misma nube de gas y polvo, su edad y composición química son similares, lo que las convierte en laboratorios ideales para estudiar su evolución.
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