Cada vez la tecnología nos acerca más a un mundo casi de película y con productos que hace tan solo unos años serían considerados pura ficción. La última novedad viene de la mano de investigadores del IMEC que, tal como pone en el título, han creado un microprocesador flexible con semiconductores orgánicos.
Para su creación han utilizado sustrato de plástico y circuitos de oro, junto con un un semiconductor orgánico llamado pentaceno y un aislante también orgánico. Lo mejor del asunto es que su coste de producción es más barato que el de los chips actuales, casi la décima parte que para fabricar un chip de silicio.
Por otro lado, aún no está a la altura de otros ordenadores, ya que el circuito lógico de 8 bits resultante tiene 4000 transistores y puede ejecutar seis instrucciones por segundo. Pero aun estamos en los comienzos y sus usos pueden ser muy variados y en temas que requieran de menos potencia pero no por ello menos útiles.
Las ventajas de esto aún no están claras, pero no cabe duda de que pueden ser muchas y muy interesantes. Por ejemplo, imaginemos estos procesadores junto con alguna de las pantallas flexibles que hemos visto en los últimos meses. Aun queda para que podamos verlo en productos reales, pero ya está algo más cerca.
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