Para la Universidad de Alicante (UA), las oquedades de los árboles viejos "esconden un auténtico tesoro para los biólogos", ya que "constituyen micromundos en el que prosperan múltiples especies de fauna y flora". "Si en Facebook los seres humanos establecen particulares interacciones de comunicación, en esas oquedades las especies lo hacen relacionándose según la pauta de la supervivencia de las especies, por ejemplo comiendo o siendo comidos, o viviendo de los residuos que otros dejan", han añadido.
Por ello, el Centro Iberoamericano de la Biodiversidad (CIBIO) lleva a cabo una investigación sobre los insectos 'saproxílicos', es decir, que dependen de la madera muerta o dañada y la descomponen, habitantes en las oquedades de especies arbóreas del bosque mediterráneo.
En este sentido, la profesora de Zoología y directora de una de estas investigaciones, Estefanía Micó, explicó esta semana que esos huecos se forman tanto por causas naturales como por la mano del hombre, como las podas, y, además, actúan como depósito natural de restos orgánicos y en ellos, en propicias condiciones de abrigo y humedad, gran diversidad de especies.
Entre las especies, figuran insectos, aves, pequeños mamíferos, hongos o otros invertebrados, que encuentran refugio o alimento en estos árboles que "son una caja de sorpresas en cuanto a biodiversidad", apuntaron desde la universidad. "Ignoramos esto cuando las usamos como papeleras", ha añadido Micó.
Dos especies nuevas
La Universidad de Alicante explicó que, a lo largo de un año, los investigadores de la Universidad de Alicante han hecho prospecciones en 87 oquedades, en fresnos, encinas y dos tipos de roble en el parque nacional de Cabañeros (Ciudad Real y Toledo) en las que han identificado 145 especies de dípteros (moscas) y coleópteros (escarabajos).
Los individuos nacen de huevos allí depositados y cuando han evolucionado a un ejemplar adulto se alejan para buscar otro árbol donde colocar a su vez sus huevos y reiniciar el ciclo.
Los científicos han utilizado, para conocer este proceso, mallas trampa que cubren el hueco, por lo que los ejemplares que intentan abandonarlo caen en un bote para ser luego examinados en el laboratorio. Las distintas especies pueden tener ciclos estacionales diferentes, por eso, esta operación se hace rotatoriamente.
Micó ha indicado que, fruto de su actividad, se han hallado dos especies que no eran conocidas por la ciencia, bautizadas luego como 'Gasterocercus hispanicus' y 'Cryptophagus aurelli', además de otra especie que se creía propia de lugares más septentrionales y otras dos de supervivencia amenazada, lo que permitirá establecer para ellas estrategias de gestión.
Las conexiones entre especies que se crean en estas oquedades "crean complicadas redes de interdependencia, unas veces de depredación o parasitismo y otras de beneficio mutuo", por lo que los investigadores de la UA se sirven para analizarlas de unos programas de ordenador inicialmente concebidos para que los sociólogos estudien las interacciones que se establecen en las redes sociales, pero que hoy los biólogos han adaptado para descifrar la intrincada arquitectura de la diversidad biológica.
"Los investigadores de la UA están encontrando tanta riqueza de seres vivos en las oquedades de los árboles que, según describe un artículo de Cuadernos de Biodiversidad, la revista que edita el CIBIO, constituyen hábitats que pueden considerarse indicadores del grado de conservación de un bosque y cuyo estudio tiene una gran trascendencia en el conocimiento de la biodiversidad", han añadido.
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