La reciente erupción volcánica de Grimsvötn ha devuelto a los volcanes a la primera plana de la actualidad internacional, en gran parte por la reminiscencia del caos aéreo desatado tras la erupción del volcán Eyjafjallajökull, hace ahora un año.
Pero Grimsvötn, que sufre con esta su tercera erupción en 13 años, es sólo uno de los muchos volcanes que riegan nuestro planeta. Hoy por hoy consideramos que existen unos 1.400 volcanes activos, y con activos nos referimos a todos aquellos que han tenido algún proceso eruptivo en los últimos 10.000 años. Si estas fechas los reducimos a un periodo menor, podríamos decir que a la semana unos 30-40 volcanes se encuentran en erupción.
Si ampliamos esa ventana a los últimos 20 años, hay un buen número que ha mostrado una gran actividad: Kilauea (Hawái), Galeras (Colombia), Arenal (Costa Rica), Karymsky y Klyuchevskoi (Kamchatka, Rusia), Sakurajima (Japón), Merapi (Indonesia), Mayon (Filipinas), Rabaul (Papúa Nueva Guinea), Piton de la Fournaise (Reunión), Nyiragongo (Congo), Erta Ale (Etiopía), Stromboli y Etna (Italia), Tungurahua (Ecuador) y Santiaguito (Guatemala), entre otros.
Pero más importante que el número de erupciones es, tal y como hemos visto con los problemas causados por los volcanes islandeses, la magnitud de dichas erupciones, y para ello se utiliza el Indice de Explosividad Volcánica (VEI), una escala de 1 a 8 grados según la potencia eruptiva, que tiene en cuenta parámetros como la cantidad de Tefra (material fragmentado, que no considera las lavas) expulsada o la altura de la columna eruptiva.
Así, una erupción como la del Kilauea, en Hawái, se considera de grado 0, y así hasta 8, grado que «afortunadamente» no hemos vivido, y cuyo exponente más famoso es Yellowstone (EE UU).
Dado que las erupciones volcánicas no son tan repetidas en el tiempo como los terremotos, utilizamos una escala de 10.000 años para comprobar la frecuencia de dichas erupciones. Así, en ese periodo se han producido 421 erupciones como la de Eyjafjallajökull, o 51 de grado 6, la última de ellas en 1991 en Filipinas con el Pinatubo, en donde las cenizas llegaron a los 34 km de altura.
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