Tras las paredes del Sínodo del Vaticano, 350 científicos, políticos y religiosos han debatido estos días sobre los logros y límites de las células madre para la curación de los males del hombre. Pero allí sólo hay hueco para un tipo de ellas, las adultas. La jerarquía religiosa siempre ha sido contraria al estudio de las posibilidades de las embrionarias, por las implicaciones morales que, según ella, tendría la manipulación de embriones humanos. De hecho, la curia vaticana está impulsando con sus propios fondos la investigación con las células madre adultas.
Las células madre son la gran esperanza para combatir muchas de las peores enfermedades. Su capacidad para convertirse en alguno de los 200 tipos de células del cuerpo humano las convierten en regeneradoras de tejidos y órganos dañados por afecciones como el párkinson, la diabetes o el cáncer. El conocimiento de sus mecanismos de funcionamiento y el avance en las técnicas para su manipulación ayudarán a comprender mejor las enfermedades hereditarias y desarrollar nuevos fármacos.
Las adultas están presentes en el cuerpo desde la fase fetal, en la placenta y el cordón umbilical. Aunque llevan décadas usándose, en particular en trasplantes de médula ósea, son más limitadas al poder especializarse en una variedad menor de células. También tienen una menor capacidad para reemplazarse. Por su parte, las células madre embrionarias, que sólo existen en los primeros días del desarrollo embrionario, prometen una mayor versatilidad para inducir a que se conviertan en cualquier célula del cuerpo. Pero la eterna polémica sobre cuándo empieza la vida ha hecho que tanto el Vaticano como los sectores religiosos más conservadores de EEUU se muestren en contra de la manipulación de los embriones desechados en los procesos de fertilización.
"¿Para qué destruir un embrión?", preguntaba el que fuera secretario de Salud del presidente George W. Bush, el católico Tommy Thompson, durante la presentación de la conferencia La ciencia y el futuro del hombre y la cultura, que concluyó ayer en Roma. Para Thompson, sólo hay cabida para el trabajo con las adultas. "Simplemente no creo que el hombre pueda diseñar algo superior a lo que el buen Dios nos ha dado: nuestro cuerpo. Por eso me encanta esta ciencia y esta conferencia, se centra en las células madre adultas", añadió Thompson, según recoge el Servicio Católico de Noticias.
Inversión en EEUU
Thompson, que fue clave en el freno a la investigación con células madre embrionarias en EEUU a comienzos de la década pasada, pidió en Roma al presidente Obama la creación de una comisión para impulsar la medicina regenerativa sólo con células madre adultas. Este organismo debería, según el político estadounidense, centralizar el dinero federal y contar con la participación de los centros de investigación y las empresas de biotecnología.
En su discurso inaugural, el presidente de la Academia para la Vida, el obispo Carrasco de Paula, aseguró: "La Iglesia no está contra la ciencia ni condena el trabajo del hombre con la naturaleza, salvo que no sea compatible con los propósitos éticos dirigidos al bien común", según cuenta Radio Vaticana. Tras los discursos, las dos primeras jornadas del congreso se centraron en el estado de la investigación con células madre adultas y las cuestiones éticas que suscita. Uno de los panelistas fue el reverendo Tomasz Trafny, jefe del departamento de Ciencia y Fe del Consejo Pontificio para la Cultura, coorganizador de la conferencia. Antes de su intervención reiteró que no hay razones para sacrificar vidas humanas, "cuando hay tecnologías que hacen lo mismo sin dañar a nadie y sin provocar ninguna dificultad moral".
El otro coorganizador de la conferencia es la Stem for Life Foundation, creada por la empresa estadounidense de biotecnología NeoStem. La compañía firmó el año pasado un acuerdo con la jerarquía católica que se plasmó en lo que llamaron la Iniciativa Vaticana. Su objetivo es avanzar en la investigación en esta línea de terapia celular con células madre adultas. El Vaticano ha puesto un millón de dólares en las manos de NeoStem.
Entonces, Trafny y la presidenta de NeoStem, Robin Smith, reconocieron el carácter inusual de la colaboración entre la Iglesia católica y una empresa que cotiza en Bolsa. De hecho es la primera vez que el Vaticano se embarca en una aventura así. Sin embargo, como recoge el diario The Washington Post, Trafny ha recordado que la clave está en el compromiso de NeoStem para investigar sólo con células madre adultas.
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