Un nuevo planeta extrasolar que podría albergar vida por su tamaño y por la temperatura a la que está su superficie acaba de ser descubierto por astrónomos del Carnegie Institute de Estados Unidos. El hallazgo es obra de un astrofísico español, Guillem Anglada-Escudé, que tenía una beca postoctoral en esta institución científica hasta hace poco y ahora trabaja en la Universidad de Goettingen (Alemania).
La nueva 'supertierra', que tiene una masa equivalente a 4,5 veces la de nuestro planeta, orbita en torno a una estrella (la GJ 667C) muy cerca del Sistema Solar, a sólo 22 años luz de distancia y forma parte de un sistema en el que hay otras dos.
Los astrónomos pensaban que no había planetas en ellas porque su composición es muy diferente a la de nuestro Sol y tienen pocos elementos metálicos, que hasta ahora se han considerado importantes para que haya planetas como la Tierra, pero este hallazgo, como ocurre tantas veces en la ciencia, parece indicar que era una premisa equivocada y que hay una gran variedad de ambientes en los que es posible que se hayan formado planetas habitables.
Un año de 28 días
Es el caso del nuevo exoplaneta GJ 667Cc, cuya órbita en torno a su estrella es de sólo 28,15 días. Sin embargo, como se trata de una estrella enana roja, con un tercio la masa del Sol, esa cercanía no impide que pueda tener agua líquida en su superficie, y por tanto es potencialmente habitable.
Anglada-Escudé y Paul Butler, del Carnagie Institute, que publicarán su descubrimiento en la revista 'The Astrophysical Journal Letters', decidieron dar una vuelta más a los registros que figuraban en la base de datos del Observatorio Austral Europeo (ESO) con un nuevo método de análisis para ver si encontraban algo que hubiera pasado desapercibido a sus colegas.
En la GJ667C, hace unos años ya se habia detectado una posible 'supertierra' (la GJ 667Cb), pero con un año de sólo 7,2 días, y ni siquiera se llegó a publicar por ser demasiado caliente para albergar vida.
Los datos habían sido recogidos con el instrumento HARPS, instalado en un telescopio de ESO en Chile, que mide las variaciones en la velocidad radial de las estrellas por 'tirones' como respuesta a la gravedad de los planetas que hay a su alrededor, uno de los métodos más exitosos para dar con ellos.
Eligieron la estrella enana roja, de la clase M, llamada GJ 667C porque está muy cerca. Las otras dos estrellas del mismo sistema (las GJ 667A y B) son un par de enanas naranjas del tipo K, que tienen un 25% de los metales que el Sol, por lo que era poco probable que tuvieran planetas de masa baja.
Estrella muy estudiada
"Estaba muy estudiada, pero con un programa informático que nosotros hemos mejorado mucho. Optamos por ella porque necesitábamos un objeto para probar cómo funcionaba nuestro método", explica el Anglada-Escudé, que aprovechó que ESO ya había hecho públicos los registros.
Además, incorporaron mediciones de un espectógrafo instalado en el Observatorio Keck y de otro espectógrafo buscador de planetas que hay en el Telescopio Mallaganes II, de Carnegie.
Y tuvieron puntería. Encontraron lo que querían: un astro similar a la Tierra y en zona habitable y al menos señales de dos más.
Poco se sabe de la nueva 'supertierra'. Tan sólo que recibe el 90% de la luz que la Tierra, aunque como parte de esa luz es en infrarrojo, se estima que es mayor la energía que absorbe, lo que la sitúa en la misma situación que nuestro planeta, con una temperatura sumilar en la superficie y, quizás, agua líquida.
El equipo cree que el mismo sistema puede tener otro planeta gigante como Júpiter y otra 'supertierra' más alejada, con años de 75 días, pero es necesario confirmar estos datos.
Reclaman 'tiempo' para observar
"Desde luego, de momento es el planeta que hasta ahora tiene unas condiciones de temperatura y masa más similares a la nuestra. Está en la posición justa, con la misma temperatura y luz solar. Otros que se han encontrado y se han anunciado como susceptibles de tener vida, tienen unas condiciones distintas", apunta el astrónomo desde su nuevo destino.
Desde Carnegie apuntan que una nueva generación de instrumentos ya está permitiendo a los astrónomos examinar estrellas enanas del tipo M, lo que ayudará a encontrar planetas similares al nuestro.
Anglada-Escudé espera que a partir de ahora no le nieguen tiempo en los telescopios de Chile para buscar exoplanetas, como ya le ha ocurrido en el pasado. "Vamos a seguir recopilando registros de estrellas enanas como ésta porque tienen muchas posibilidades de albergar planetas. En el caso de la GJ 667C tendremos que esperar unos meses porque sólo se ve en verano", apunta.
Donde ya tiene previsto ir es al Observatorio de Calar Alto (Almería).
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