Investigadores estadounidenses han identificado una nueva especie de cocodrilo prehistórico de más de 9 metros de largo que vivió hace 95 millones de años y sería el antecesor más antiguo de estos grandes reptiles en África.
El fósil, hallado en Marruecos y que ha sido estudiado ahora tras permanecer varios años en el Royal Ontario Museum de Toronto (Canadá), ha sido bautizado "Aegisuchus witmeri" o cocodrilo-escudo por la presencia de un grueso escudo de piel en la parte superior de la cabeza, un rasgo sin precedentes en estos animales.
Se trata del "más antiguo antecesor de los modernos cocodrilos de África", afirma Casey Holliday, profesor adjunto de anatomía de la Universidad estadounidense de Missouri y autor principal del estudio, publicado hoy en la revista científica PLos-ONE.
EL fósil data del período cretácico tardío, hace unos 95 millones de años, parte de la Era Mesozoica, también conocida como "la edad de los dinosaurios", aunque los últimos descubrimientos y la gran variedad de especies encontradas han llevado a algunos científicos a referirse a esa época como la "edad de los cocodrilos", señala Holliday.
El hallazgo proporciona información adicional sobre la evolución de los cocodrilos y cómo se puede proteger el entorno de la especie para evitar su extinción, según los investigadores.
El experto analizó el fósil parcial del cráneo del animal y observó cicatrices en el hueso que revelan la presencia de una estructura en lo alto de la cabeza parecida a un escudo.
Las marcas y protuberancias del hueso indican que la sangre circulaba por un montículo circular de piel en lo alto del cráneo, un rasgo desconocido ahora en los cocodrilos y que, según Holliday, podía tener como fin atraer a parejas, intimidar a los enemigos o regular la temperatura.
Al comparar varios de los huesos del cráneo, Holliday determinó que el cocodrilo-escudo tenía una cabeza más chata que la de otras especies, por lo que es improbable que se enfrentara a los dinosaurios. El examen del fósil indica que tenía mandíbulas pequeñas, seguramente utilizadas para capturar peces.
"Creemos que el cocodrilo-escudo podría haber utilizado su morro alargado como una trampa para peces", señala por su parte el investigador Nick Gardner, de la Universidad estadounidense de Marshall, coautor del estudio.
Según Gardner, posiblemente el cocodrilo se quedara quieto a la espera de que algún pez incauto nadara frente a él. Si estaba lo suficientemente cerca, simplemente abría la boca y se tragaba el pez sin que hubiera resistencia, lo que hacía innecesarias unas mandíbulas fuertes.
Por el tamaño del cráneo y del cerebro, los científicos concluyeron que este ejemplar medía más de nueve metros y tenía una cabeza de metro y medio de largo.
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