9 sept 2009

Los jóvenes ya no quieren hacer ciencia.

La ciencia española se está quedando sin cartera. Desde hace años, las facultades que enseñan biología, física, química o matemáticas están sufriendo un éxodo constante hacia otros campos: las ciencias experimentales han perdido más de un 30% de alumnos desde 1997. Las más afectadas son química, matemáticas y física, que se están desangrando hasta casi desaparecer de algunas universidades. Matemáticas ha perdido casi la mitad de alumnos desde 1998. En Química sólo algunas universidades consiguen cubrir la mitad de las plazas que ofertan. Física, una de las más afectadas, ha perdido un 50% de alumnos en 20 años, explica a Público María Josefa Yzuel, vicepresidenta de la Real Sociedad Española de Física. "Nos preocupa enormemente la falta de alumnos", comenta.


El fenómeno se repite en la mayoría de países desarrollados. Esta escasez de vocaciones dificultará el objetivo de la Unión Europea de aumentar el personal de I+D en los próximos años. También impactará en sectores de investigación que son claves para el progreso económico. "Los avances tecnológicos se basan en el desarrollo de las ciencias básicas", advierte Joan Ángel Padró, presidente de la Conferencia de Decanos de Física.


De seguir así, se repetirá en España el modelo de EEUU, donde la falta de interés por la ciencia entre los jóvenes se suple con un creciente número de estudiantes e investigadores extranjeros.


Las pequeñas sufren más
Mientras las universidades grandes han conservado un número aceptable de alumnos, son las más pequeñas las que están al borde del colapso. En la Facultad de Ciencias de Ourense, éste podría ser el último año en el que se imparta el primer curso de Física. Según el decanato, este año se han matriculado ocho alumnos. En 2006 sólo hubo dos nuevas matrículas. La facultad, que depende de la Universidad de Vigo, quiere crear un nuevo título de ciencias ambientales que daría cabida a alumnos de Física, Química, matemáticas y otras disciplinas. En situación similar están las universidades de Córdoba, Murcia y Extremadura, explica Padró.


El panorama es igual de desolador en Matemáticas y Química. Según los libros blancos de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, en 2003, último año del que hay datos, sólo tres de las 27 universidades que imparten matemáticas consiguió cubrir su cupo. Otros 10 centros no cubrieron el 50% de su oferta (11 facultades no tienen límite de plazas). En Química, sólo cinco de 37 centros consiguieron cubrir todas las plazas. Otros siete no alcanzaron el 50% de ocupación (11 sin límite de plazas).


"La caída ha sido brutal", comenta Ángel Caballero, director del Departamento de Posgrado del CSIC. El experto señala que, en los últimos años, para conseguir un buen becario que quiera dedicarse a la investigación hay que "cazarlo a lazo". Indica que los jóvenes no ven rentable pasar años estudiando una carrera para acabar siendo "mileurista" cuando pueden ganar más dinero en otras profesiones.


Física, Química y Matemáticas son carreras duras que requieren un gran esfuerzo. Sin embargo, muchos no ven en estas carreras una salida laboral tan clara como las ingenierías, a las que han huido muchos jóvenes que llegan a la universidad, explica Adelaida de la Calle, vicepresidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas. Entre las ciencias experimentales, la única disciplina que mantiene el tipo es la biología. "Es algo para preocuparse a todos los niveles", señala.


El fenómeno se repite en casi todos los países desarrollados, que desde finales de los 90 del siglo pasado, han experimentado una reducción drástica del número de alumnos en las carreras más duras. Según la OCDE, el número de estudiantes de Física y Matemáticas entre 1995 y 2003 se ha reducido a la mitad en algunos países, mientras el de las ingenierías y la Biología se ha mantenido.


Esta falta de vocaciones "ya está impactando en la I+D", opina Joan Guinovart, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España. No supondrá que haya menos investigadores en ciertas áreas, sino que éstos vendrán de países en los que la física, la química y las mateméticas siguen siendo populares, como India o China, comenta.


Una de las razones de fondo de este fenómeno es que la ciencia no se vende bien. "Los científicos hemos fracasado porque hemos dejado que se piense que la ciencia es algo aburrido y metódico", explica Guinovart. "Hemos perdido la capacidad de fascinar". La solución pasa por una amplia campaña de promoción en la que deben participar todas las autoridades, opina De la Calle. Cada vez más programas intentan popularizar la ciencia con jornadas de puertas abiertas entre los jóvenes, y una de las prioridades del Gobierno en la nueva Ley de la Ciencia es, precisamente, la modificación de la carrera investigadora, aunque la normativa aun no ha pasado de simple borrador. "Probablemente no estamos haciendo lo suficiente", concluye Reyes Jiménez, presidente de la Conferencia de Decanos de Química.


La crisis aumenta el interés por la universidad y los másteres
La crisis económica ha hecho que este año aumente el número de estudiantes universitarios, explica Adelaida de la Calle, vicepresidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas. Aunque aún no hay datos oficiales, explica que la mayoría de centros ha recibido más solicitudes que en años anteriores. “Al haber menos empleo, los jóvenes deciden seguir formándose”, detalla. El aumento también lo registran los programas de posgrado, a juzgar por los datos provisionales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ángel Caballero, director del Departamento de Posgrado del CSIC, señala que este año han recibido más solicitudes para todos los másters que ofrece este organismo. En algunos casos, como el que versa sobre energías limpias, la demanda se ha multiplicado por tres. Algunas facultades de ciencias también se han beneficiado de este aumento y han conseguido estabilizar el número de alumnos, explica Joan Ángel Padró, presidente de la Conferencia de Decanos de Física. Ahora habrá que ver lo que sucede cuando pasen las estrecheces económicas. “Nos preocupa es que el número de estudiantes siga bajando”, confiesa.





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