10 sept 2009

Los parques eólicos precipitan la extinción del alimoche.

El futuro del alimoche está en España, donde nidifican el 80% de los individuos reproductores, pero, según un reciente estudio de la Estación Biológica de Doñana del CSIC, no pinta nada bien: su extinción podría acelerarse 10 años por culpa del desarrollo de los parques eólicos.


También conocido como buitre egipcio, los principales peligros a los que se enfrentan estas rapaces son tres: el envenenamiento indiscriminado por los cebos de los cotos de caza, las líneas de tendido eléctrico y las aspas de los aerogeneradores. Hasta el momento, sin embargo, no existían estudios en España que cuantificaran el impacto de las turbinas en las poblaciones de estas aves.


La Estación Biológica de Doñana ha publicado ahora un extenso trabajo, en el que contabilizan las muertes producidas, entre 2000 y 2008, en las inmediaciones de las 675 turbinas localizadas en la zona del estrecho de Gibraltar, relacionándolas con la distancia a los lugares de anidamiento. Martina Carrete, autora principal del estudio, establece que, "como mínimo, un 1,5% de la mortalidad anual en los alimoches se debe a los aerogeneradores".


La cifra puede parecer pequeña, pero Carrete explica que la muerte de cada individuo que llega a la edad adulta "es significativa, porque afecta a la reproducción de la especie". El efecto demográfico de este "goteo continuo" de defunciones, según concluye la investigadora, podría ser un recorte de más de 10 años de la esperanza de vida de la especie.


Los investigadores estudiaron las zonas de nidificación de los alimoches por todo el país, para averiguar si la construcción de un parque eólico en sus inmediaciones afectaba a su población. El informe concluye que el mayor abandono de nidos se encuentra en las regiones que tienen más parques eólicos a poca distancia, tanto el norte como en el sur peninsular.


A pesar de que la causa de mortalidad más importante es el veneno, Carrete cree que es más fácil solucionar el efecto de los aerogeneradores. "Podemos predecir qué turbinas suponen un mayor riesgo; con detenerlas en la época reproductiva bastaría. Debería ser un gasto asumible. Hace años nadie se planteaba modificar líneas eléctricas y ahora es algo común", explica.


Zonas de nidificación


Varias organizaciones ecologistas reclaman que la instalación de los parques eólicos se realice teniendo en cuenta las zonas de nidificación o de paso de aves protegidas. Según Juan Carlos Atienza, director del área de conservación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife), los censos realizados por esta organización muestran que el alimoche "estaba en caída libre, pero parece que se ha estabilizado en los niveles de hace 10 años". Pero el experto añade que este dato dista mucho de indicar que la población se está recuperando, debido a la muerte de individuos en edad de reproducción.


Atienza se queja de que tanto las empresas como las administraciones públicas implicadas en el fomento de la energía eólica "no son transparentes a la hora de ofrecer datos de la mortalidad provocada por los aerogeneradores". Luis Suárez, responsable del programa de biodiversidad terrestre de WWF España, también lamenta esta falta de datos, y alerta sobre la "dramática situación" del alimoche en Andalucía. En los últimos cuatro años han muerto seis individuos por las aspas de los molinos de viento en Cádiz, importante zona de paso de este buitre en su ruta de migración hacia África.


Martina Carrete cree que las conclusiones de su estudio pueden ser aplicables a otras especies como los buitres leonados, si bien no directamente. "El problema es que se desconoce la demografía a largo plazo y a escala española de otras rapaces". Este nuevo estudio se apoya en otro anterior que sirvió para identificar los lugares de nidificación del alimoche en toda España, lo que convierte a esta especie de rapaz en la mejor conocida.


WWF seguirá la migración de los buitres egipcios

Dos ejemplares de alimoche, del Parque Natural de las Hoces del Riaza (Segovia), han sido marcados por primera vez con transmisores vía satélite. Uno de ellos ya ha cruzado el Estrecho, iniciando su migración al África subsahariana. Los datos obtenidos por la organización ecologista WWF permitirán conocer su ubicación las 24 horas del día, así como detectar posibles incidencias, como el envenamiento o el choque con aerogeneradores.





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