Una nave espacial cruza el cielo nocturno como si fuera un meteorito, impacta contra la superficie de la Luna y explota. El choque genera una columna de desechos que se eleva varios kilómetros.
Cuatro minutos después, la escena se repite, como si se tratara de un espectáculo apocalíptico.Esto es lo ocurrirá el viernes, cuando la NASA provoque el caída y el choque de la sonda de detección y observación LCROSS contra nuestro satélite natural para comenzar a buscar agua en la Luna, un ambicioso proyecto que podría ser vital para el desarrollo de las próximas misiones espaciales y para el futuro de las migraciones humanas más allá de la Tierra. El objetivo es el cráter Cabeus, en el polo sur selenita. Primero golpeará el cohete Centaur y después la nave nodriza, la LCROSS. Para que nadie se pierda el espectáculo, la agencia espacial emitirá las imágenes en su web (13.30, hora penisular). La parte de la humanidad a la que le toque el show por la noche será más afortunada, ya que los aficionados podrán contemplar la nube de desperdicios con un telescopio medio. Si se tiene la oporturnidad, es aconsejable no perdérselo.
Primero, Centaur
El programa será como sigue. En el primer acto aparecerá en escena el cohete Centaur, transformándose en un flash brillante de luz y calor. El violento golpetazo levantará una polvareda de 10 kilómetros de altura. Muy cerca, la LCROSS fotografiará la colisión para la NASA TV y enviará los datos obtenidos a la Tierra. De inmediato, cruzará la nube de desperdicios y se empotrará ella misma contra el suelo. Antes, sus espectómetros deberán haber analizado la nube de partículas iluminada por el Sol, en busca de signos de agua (H2O), fragmentos de agua (H2), sales, arcillas, minerales hidratados y moléculas orgánicas mezcladas. «Si existe agua ahí, o cualquier otra cosa interesante, vamos a encontrarla», ha asegurado Tony Colaprete, responsable del proyecto en el centro de investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California.
Luego llegará el segundo acto:
La caída de la LCROSS, de 700 kilos de peso, provocando otra nube de escombros, ésta más pequeña. El telescopio espacial Hubble, la sonda LRO y cientos de telescopios desde la Tierra apuntarán a la Luna en ese momento. «Esperamos que las nubes de desperdicios sean visibles a través de telescopios de tamaño mediano», ha explicado Brian Day, también del centro Ames. El Océano Pacíficio y la parte oeste de América del Norte serán las zonas privilegiadas para la observación, especialmente Hawaii y la costa del Pacífico.
En Cabeus
La NASA decidió cambiar el punto exacto donde impactará la sonda. En vez del cráter Cabeus A, escogido en un principio, la máquina se estrellará contra otro cráter situado en el polo sur selenita, denominado Cabeus, de 98 kilómetros de ancho, en el que las posibilidades de encontrar hielo parecen mayores. Los datos ofrecidos por la sonda de reconocimiento lunar LRO muestran en la zona «una gran cantidad de hidrógeno, las mayores concentraciones en el polo sur».
El espectáculo será seguido masivamente en Estados Unidos. Incluso la Casa Blanca preparará el viernes su propia «fiesta lunar», en la que astrónomos profesionales y aficionados desplegarán más de 20 telescopios. El evento coincide con el 400 aniversario del primer vistazo de Galileo a los cielos a través de un telescopio. Los expertos están inquietos por cómo saldrán las cosas. «Recuerden que nunca hemos hecho esto antes. No estamos 100% seguros de lo que ocurrirá y podremos tener sorpresas», ha indicado Day.
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