El lenguaje español está perdiendo la batalla en el campo de la Ciencia y la Tecnología en beneficio del inglés y, si no se toman medidas, llegará un día en que deje de ser utilizado en estos ámbitos, así como en el de los negocios. Esta es la conclusión a la que han llegado los autores de un libro (El español, lengua para la ciencia y la tecnología, Ed. Santillana e Instituto Cervantes) que resume un panorama poco halagüeño para nuestro idioma.
Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes, destacó, durante la presentación de la obra, que "el español está lleno de anglicismos", un hecho al que su institución no puede ser ajena.
La coordinadora de la obra, Verónica Vivanco, doctora en Filología, reconocía que el origen de esa infravaloración del español por los científicos está en la distancia que hay entre nuestra sociedad y la ciencia, en la que escasean las vocaciones.
La consecuencia es que hay un científico hispanohablante por cada 10 angloparlantes, y también que sólo el 0,3% de las publicaciones de ciencias experimentales sean en español, o que cada vez haya más revistas editadas en España, pero que no lo sean en nuestro idioma.
Daniel Martín Mayorga, del INTA, reconocía que los científicos necesitan un lenguaje para comunicarse, que evidentemente a nivel mundial es el inglés, si bien los expertos consideran fundamental que el español no pierda su capacidad de comunicar los avances científicos y tecnológicos.
Martín Mayorga ha estudiado el impacto en Internet y destacó que un 5% de las páginas webs, de los 12.000 millones de páginas existentes, son en español, y que los internautas hispanos suponen un 8% del total.
En este sentido la profesora Montaña Cámara, experta en Nutrición, y también autora del trabajo, resaltó la importancia de "comunicar la ciencia a la sociedad y a las empresas en el idioma de cada país" y criticó que hoy, en la carrera académica española, "se valora más publciar unos ‘papers’ en inglés que obras de divulgación científica".
El estudio recoge ejemplos de los problemas que genera la polisemia de algunos términos ingleses, traducidos con una de sus acepciones. Es el caso de la palabra ‘chip’, que significa componente electrónico, pero también astilla o pequeño pedazo de un material.
Entre las propuestas para que el inglés no acabe con el español en un mundo cada vez más científico y tecnológico, estaría fomentar la publicación en español mediante un índice que sea plurilingüe, y no solo en inglés, promover revistas científicas en este idioma o fomentar las vocaciones entre los jóvenes.
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