1 nov 2009

Un café despierta el espíritu científico


Un ciclo de tertulias puesto en marcha en Galicia traslada la ciencia de las universidades a los bares.

Un día cualquiera uno baja al bar de toda la vida, donde están los de siempre, y se encuentra con que todo ha cambiado. Primero se acercan unos científicos, que ofrecen vales por una consumición gratuita. Después un comediante corta todas las conversaciones del bar con un monólogo surrealista sobre la importancia de las matemáticas en la vida cotidiana. Finalmente la parroquia del local acaba enzarzada en un debate con los científicos sobre cómo los fríos números de las estadísticas pueden llegar a condicionar las emociones.

Sucedió el pasado jueves en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), donde la tertulia Cerebro y matemáticas cerró un ciclo de cafés científicos cuyo objetivo es explorar nuevas fórmulas para acercar este tipo de conocimiento a la sociedad. El comediante y maestro de ceremonias de la actividad era el actor Cesar Goldi, y los dos científicos, Elena Vázquez, matemática de la Universidad de Santiago de Compostela, y Casto Rivadulla, neurofisiólogo y uno de los promotores de este nuevo género divulgativo.

En 2006 los investigadores del grupo NEUROcom de la Universidad de A Coruña Casto Rivadulla y Xurxo Mariño pusieron en marcha esta iniciativa, una fusión de teatro, conferencia y debate. Sus cafés científicos han ido evolucionando desde sus orígenes y adquiriendo una personalidad propia e innovadora, bastante alejada del modelo clásico.

En los países anglosajones son habituales las reuniones de científicos en los pub, donde comparten conocimientos entre sí y, de algún modo, con quien les quiera escuchar. "Las principales diferencias de nuestros cafés científicos es que contamos con un actor y con nuestro espíritu de emboscada explica Xurxo Mariño. En lugar de pedirle a la gente que venga a vernos, vamos nosotros a un bar popular y céntrico, donde siempre hay gente".

Mariño y Rivadulla llevan tres años experimentando y puliendo su nueva fórmula divulgativa en pequeñas y medianas localidades gallegas, apartadas de los grandes circuitos culturales. Ahora tienen un formato estable, una hora y media de tertulia abierta en la que caben molólogos humorístico-divulgativos, demostraciones y microcharlas sobre conceptos científicos y sus aplicaciones concretas.

Durante el pasado mes han llevado tres modelos de tertulias diferentes a cuatro poblaciones gallegas: Chantada, Arcade, Lalín y Vilagarcía. En el cierre de esta gira, que ha tenido lugar esta semana, las más de 70 personas que abarrotaban el local aprendieron para qué sirve la letra del DNI y lo fácil que es crear un truco de adivinación si se conoce la prueba del nueve y se tienen unas nociones básicas del funcionamiento de la memoria.


Trato personal

Elena Vázquez y Casto Rivadulla rompieron los esquemas del público al explicar, entre otros temas, que la línea recta no siempre es el camino más corto entre dos puntos y que, al contrario de lo que se suele decir, el saber sí ocupa lugar: las habilidades matemáticas están localizadas en una zona concreta del cerebro. "Tratamos de no presentarnos como gente intocable, con nuestros títulos y conocimientos", explica Xurxo Mariño. La cercanía de los científicos anima al público, que al principio plantea dudas, luego pretende abrir el café hacia otros temas que no están en el guión y al final se muestra escéptico y crítico ante lo que cuentan los expertos.

En el céntrico café de Vilagarcía, desde la barra del fondo, un cliente habitual espeta al neurocientífico cuando este comenta que el avión y el tren son más seguros que el coche teniendo en cuenta los cálculos de probabilidad de accidente: "Eso es una falsedad, no estás teniendo en cuenta todas las variables". Para Xurxo Mariño, esta aparente falta de respeto por la autoridad científica no se convierte en ningún problema sino todo lo contrario: "La ciencia es puro escepticismo. Un científico no es una persona con un título académico sino con una actitud escéptica ante el conocimiento". Muchos participantes en sus tertulias sólo pasaban por ahí, pero comprueban cómo un café cualquiera es capaz de despertar al científico que llevan dentro.





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