A pesar de los tremendos daños causados en todo tipo de infraestructuras la conexión a Internet entre Japón y el resto del mundo salió relativamente bien parada en parte gracias a la densa red de cables submarinos de la región.
Según el Wall Street Journal “cerca de la mitad de los cables submarinos que cruzan el Pacífico se vieron afectados por el terremoto” aunque aún “no está claro en qué medida”. Desde el primer momento las principales operadoras asiáticas han trabajado para eliminar o al menos minimizar el impacto que tales daños pueden suponer en su funcionamiento.
En el mapa de cables submarinos de TeleGeography –que se puede descargar en alta resolución– se aprecia claramente la gran cantidad de líneas de fibra óptica de aquella zona. Los cables que yacen en el Océano Pacífico operan al doble de capacidad que cualquier otra conexión inter o intra continental.
Esa gran cantidad de cables permite a las operadoras redirigir el tráfico, desviándolo o prescindiendo de los dañados. Aunque así se evita el corte total de las conexiones supone un incremento en los tiempos de respuesta y una apreciable ralentización de la velocidad.
Además también, según se recoge en IEEE Spectrum, la mayor parte de las bases de conexión de los cables submarinos de Japón se encuentran al sur de Tokio o protegidas en la Bahía, por lo que no se vieron afectadas y no sufrieron interrupciones en el servicio según TeleGeography. El terremoto sí afectó a una menor cantidad de estaciones base situadas al norte de Tokio, entre la capital y Sendai, donde sí llegó a interrumpirse el servicio.
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