Acaba de empezar el verano y ya 112.000 hectáreas han sido pasto de las llamas, una superficie superior a la isla de Ibiza. Es decir, una extensión calcinada 2,5 veces mayor que en 2011. Las colillas de los cigarrillos son una de las principales causas de los incendios. Este año, desgraciadamente también ha sido así. La prevención resulta vital en estos casos.
Las labores de restauración de las zonas quemadas también. Tradicionalmente, la dotación más importante en materia de Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i) de gestión forestal se ha destinado a la optimización de los medios de extinción, lo que ha permitido incrementar el número de incendios que se apagan antes de superar la fase de conato. Sin embargo, se ha dejado a un lado el impulso a la investigación en restauración. Una situación que poco a poco va cambiando, pero que no se suele traducir en su implantación.
La empresa granadina Bio-llíberis ha patentado biodetox, un producto que, gracias a un conjunto de microorganismos, permite acelerar el crecimiento de la vegetación tras un incendio, así como eliminar las partículas y la ceniza que se generan durante el fuego. En concreto, «se trata de un producto sostenible, inocuo para el medio ambiente, en el que mientras unas bacterias sirven para comer los contaminantes, otras permiten acelerar el crecimiento de la vegetación en la zona», explica Amalia Roca, responsable de I+D de Bio-llíberis.
El tiempo de regeneración con la utilización de este producto derivado del proyecto europeo Bacsin «depende de la temperatura alcanzada durante el incendio, ya que a mayor calor, más difícil es la regeneración y, por tanto, más tiempo se tardará, pero en cualquier caso siempre requerirá menos tiempo, entre seis meses, un año o año y medio», afirma Roca.
En concreto, «si no se han alcanzado temperaturas muy altas (unos 300 ºC) durante el incendio, este invento permite acelerar entre tres y cuatro veces la velocidad de regeneración del terreno que sin él. Si la temperatura alcanzada asciende a 1.000 ºC, unas dos veces», precisa Juan Luis Ramos, asesor científico del proyecto e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
«Durante el ensayo que hicimos dentro del Parque Nacional de Montes de Málaga, el crecimiento vegetal con biodetox pudo verse al año, cuando sin este producto se habrían tardado unos dos o tres», asegura Roca. Para ello, «además de este producto –continúa–, añadimos un soporte orgánico que, según el tipo de suelo, puede ser turba o una mezcla de turba con vermiculita, junto con semilla». «También puede echarse junto con agua en forma de riego, aunque en nuestra opinión es mejor utilizarlo del otro modo», añade Roca, que asegura que han mantenido conversaciones sobre biodetox con la Junta de Andalucía y la Administración central.
¿Viable económicamente?
«De media, se necesitan utilizar diez litros de este producto por hectárea, con un coste de 25 euros por hectárea», explica Ramos. Es decir, que en el hipotético caso de que se quisiera acelerar el crecimiento vegetal de las 50.000 hectáreas calcinadas en Valencia, el coste ascendería a 125.000 euros. Si bien, no tendrá que utilizarse en todo el terreno, ya que parte de él se habrá regenerado solo. «En el anterior incendio registrado en la misma zona en Valencia vimos cómo en cuestión de un par de meses crecía un bosque en miniatura en las zonas donde se dio regeneración natural», recuerda Jesús González Capitán, director técnico del Colegio de Ingenieros de Montes.
«Esta iniciativa está muy bien. El problema es que, por muy poco que cueste, encarece la regeneración por lo que resulta muy poco viable, salvo que se trate de iniciativas privadas. Pero cuando se quema un bosque, los fondos vienen de la Administración», precisa Capitán. No es que el coste sea elevado, «el problema es que encarece el precio de las labores de reforestación tras un incendio, unos 1.200 euros con maquinaria por hectárea y mil plantones», añade.
En cambio para Ramos, «aunque la situación económica actual sea la que es, lo cierto es que aunque se puede actuar con biodetox sobre toda la superficie calcinada, también se puede hacer sobre las zonas sensibles con el fin de evitar la erosión del terreno, como aquellas en las que la tierra pueda acabar en un arrollo, así como en zonas cerca de viviendas y de animales, para que tengan algo que comer».
I+D en el cajón
«Hay muchas líneas de investigación en este sentido que, aunque resulten muy interesantes, se quedan en los cajones de las empresas por resultar poco viables económicamente. También hay compañías que preparan hidrogeles que permiten incrementar las posibilidades de que los plantones salgan adelante al dar un aporte extra de humedad cuando el suelo está más seco, por la climatología o tras un incendio. Pero se usa a pequeña, no a gran escala», añade González Capitán.
Por su parte, Diana Colomina, coordinadora de restauración forestal de WWF, explica que «de momento, biodetox no se ha puesto en práctica a gran escala. Pero iniciativas como ésta son siempre bienvenidas en planes de restauración ambiental. El problema es que no se incorporan estos avances, a pesar de su utilidad».
Futuro: come hidrocarburos en el mar
Por otra parte, biodetox también puede utilizarse para eliminar los componentes tóxicos en aguas. Así, en el caso de las empresas hosteleras, por ejemplo, este producto permite eliminar las grasas en el agua», explica Roca. La responsable de I+D avanza que, en la actualidad, «estamos trabajando para eliminar hidrocarburos en el mar con un producto similar, aunque distinto, ya que no es lo mismo acabar con los contaminantes presentes en el suelo que en el agua, ni es lo mismo acabar con ellos en un mar cerrado que en un mar abierto». Un producto que, de llegar a buen puerto. despertará el interés.
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