El centro acuático diseñado por la arquitecta iraquí Zaha Hadid está siendo estos días el escenario de una lluvia de récords del mundo de natación. El sudafricano Cameron van der Burgh superó el mejor tiempo anterior en los 100 metros braza, la estadounidense Dana Vollmer hizo lo propio en los 100 metros mariposa y la joven nadadora china...
...Ye Shiwen pulverizó la marca de los 400 metros estilos, superando el tiempo de Lochte, oro en la misma modalidad masculina, por 17 centésimas.
Sin duda la preparación y el rendimiento de los deportistas olímpicos mejora día a día gracias al perfeccionamiento de las técnicas de entrenamiento. Pero los avances tecnológicos también suponen una ayuda extra a la hora de conseguir logros deportivos. Y las piscinas del centro acuático de Londres 2012 es la mejor prueba de ello.
La modernidad de las instalaciones deportivas no se queda sólo en el espectacular diseño de la premio Pritzker, el Nobel de la Arquitectura. Los vasos -como llaman los deportistas a las piscinas- del centro acuático cuentan con los mayores avances tecnológicos aplicados al deporte de alta competición. Y convierten a las piscinas de Londres 2012 en las piscinas más avanzadas tecnológicamente que se hayan construido nunca, es lo que ya se conoce como una piscina rápida.
Pero, ¿cómo se puede hacer que una piscina sea más rápida que otra? Los nadadores de élite saben muy bien que lo que más dificulta una natación rápida son las olas que se generan en la piscina cuando comienza la competición. "Las turbulencias creadas por los nadadores hacen casi imposible ir realmente rápido", asegura a la cadena NBC Missy Franklin, de apenas 17 años, que ya ha ganado una medalla de plata en Londres 2012, su primera en unos Juegos Olímpicos, obtenida con el relevo estadounidense en los 4x100 libres.
Por ese motivo, los ingenieros han trabajado duro con el objetivo de reducir esas odiadas turbulencias. Las olas no son otra cosa que ondas que viajan a través del medio acuático transfiriendo una energía que se le ha aplicado al agua. "Siempre que un nadador genere un movimiento transmite una energía a la piscina, es decir, que cada vez que da una brazada o una patada pone energía en el sistema, lo que genera olas", explica la profesora de Ingeniería Mecánica del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de EEUU Anette Hosoi en el mismo reportaje de la cadena americana.
Las piscinas en las que se han disputado los campeonatos de natación tradicionalmente estaban fabricadas con hormigón y poca o ninguna atención se prestaba a que la estructura redujese las turbulencias a la hora de la competición. Pero la de los Juegos Olímpicos está pensada hasta el último detalle para todo lo contrario, es decir, para minimizar el oleaje y para disipar la energía que los nadadores inyectan al sistema.
Para empezar, la estructura de la piscina en la que se disputan las pruebas de velocidad permite modificar la profundidad. Para las competiciones de los Juegos Olímpicos se ha situado a una profundidad de tres metros. Según los expertos del MIT, esa es la distancia perfecta para que las ondas generadas por los nadadores puedan disiparse antes de llegar al fondo y así se evita que reboten hacia arriba produciendo más turbulencias.
Además, los bordes de la piscina disponen de una estructura semejante a un canal que absorbe el oleaje que llega hasta los laterales e impide que las olas vuelvan hacia el centro de la piscina. Pero no es la única medida destinada a disipar la energía producida por los nadadores, las medidas del ancho de la piscina (25 metros) y de las calles por las que nadan los competidores (2,5 metros), son más anchas que en otras instalaciones, lo que reduce en buena medida que el oleaje se transmita de una calle a otra.
Por último, las corcheras no son las clásicas bolas de plástico unidas por un cable a las que cualquier aficionado a la natación estará acostumbrado. Se trata de una sucesión de circunferencias capaces de moverse independientemente y de girar sobre el cable en el que van montadas. De forma que ese giro de las estructuras de plástico absorbe parte de la energía transmitida por las olas y reduce su paso hacia la calle de al lado. "El diseño de la piscina de Londres 2012 está salpicada de tecnología por todas partes", resume Hosoi.
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