17 may 2010

Cuando los ingenieros curan enfermedades


La Politécnica pone en marcha un proyecto para que sus técnicos investiguen temas relacionados con la salud.

Si hay una parte del cuerpo humano que se le resiste a la ciencia, ésta es el cerebro. Los tratamientos de las enfermedades que afectan a nuestra máquina pensante están muy lejos de ser perfectos y hacen muy lejana una cura de patologías como el alzhéimer, el párkinson o los tumores. Hoy por hoy, los fármacos se prueban en los enfermos y sólo las técnicas de imagen o los síntomas que cuenta el paciente son indicadores de si la farmacopea da algún resultado. Afortunadamente, esto podría cambiar en unos años si investigadores españoles sacan adelante el Blue Brain, un simulador por ordenador de la actividad del cerebro al más mínimo detalle.


Soluciones tecnológicas

Parece ciencia ficción, pero sólo es la unión de la ingeniería con la salud. Ingenieros y arquitectos tienen cada vez más que decir en el tema de la salud. Todo el proceso de atención sanitaria, desde la prevención a la cura de enfermedades, pasando por el diagnóstico, incluye cada vez más soluciones tecnológicas cuyo desarrollo requiere de la mente y conocimientos de los expertos en disciplinas técnicas.

Para sacar el máximo partido a las sinergias que puedan surgir de las necesidades del mundo sanitario y las soluciones técnicas del de la ingeniería, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha puesto en marcha Biotech, un proyecto a largo plazo que pretende lograr un «acercamiento» entre ambas disciplinas. «No partimos de cero porque ya hacíamos muchas cosas, pero queremos impulsarlo», dice Gonzalo León, vicerrector de Investigación de la UPM.

Empezaron el año pasado y ya se han logrado 35 patentes y seis registros de software. Ahora toca explotarlos. Una de estas aportaciones a la Biomedicina será el Blue Brain, que combina informática y neurociencia. El Blue Brain pretende lograr una reproducción por ordenador exacta del funcionamiento del cerebro, «desde lo más básico, la bioquímica, hasta la interconexión de neuronas, los circuitos... hasta llegar a todo el cerebro», explica José María Peña, profesor de Informática de la Politécnica.

Obtener un simulador de la actividad del cerebro acelerará el desarrollo de fármacos para todo tipo enfermedades, pues «se podrán probar y descartar tratamientos farmacológicos mucho más rápidamente. Ahora los experimentos se hacen in vivo, con todas las implicaciones éticas que conlleva, y con esto se automatizarán los mecanismos y se podrá avanzar mucho más rápidamente», cuenta Peña, que lidera el proyecto junto a Javier de Felipe, investigador del Instituto Cajal del CSIC.

El Blue Brain se inició el año pasado y está llamada a ser una «herramienta médica importantísima», pero va para largo, al menos 10 años. Ahora están recopilando datos porque «hace falta mucha información para conseguir un alto grado de detalle».


Una medicina «más precisa»

Cuando el Blue Brain sea una realidad, no sólo servirá para probar fármacos, sino para identificar posibles riesgos asociados al consumo de medicinas, identificar el origen y desencadenante de enfermedades o pronosticar cómo puede evolucionar una enfermedad. En definitiva, «aportará precisión a la medicina». Pero el Blue Brain no es el único proyecto de la Politécnica. Los ingenieros de caminos trabajan en la identificación de materiales que tenemos en nuestro entorno y que puedan sustituir a los que se emplean en las prótesis valvulares, por ejemplo, para que todo sea más natural. También trabajan en el desarrollo de unas camisetas con sensores que puedan percibir y alertar de cualquier arritmia en pacientes con enfermedades cardiacas. Y sólo están empezando.





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