El paludismo mata a entre dos y tres millones de personas al año de los 600 millones que resultan infectadas en un centenar de países, sobre todo niños y mujeres embarazadas de África. Y ello sin que el gran esfuerzo internacional por combatirlo sea capaz de frenar la sangría, debido a la creciente resistencia que muestra el parásito a los medicamentos. Por eso, el hallazgo de compuestos activos contra la infección es siempre una buena noticia.
Dos millones de sustancias
La investigación de nuevas terapias que venzan esa resistencia recibe ahora un nuevo empuje gracias al equipo de José Francisco García-Bustos, de la farmacéutica GSK. En un paso sin precedentes, su laboratorio de Tres Cantos (Madrid) ha descubierto 13.500 nuevas sustancias que pueden combatir el parásito plasmodium, causante de la enfermedad, lo que abre enormes posibilidades al desarrollo de mejores terapias.
García-Bustos realizó un muestreo de los efectos en el patógeno sobre unos dos millones de sustancias llamadas «de partida», es decir, que por sus características son potenciales medicamentos, procedentes del «banco químico» de la multinacional.
De éstos, se calcula que alrededor de 8.000 mostraron algún tipo de efectividad contra la fase sanguínea de la peligrosa cepa multirresistente Dd2 del parásito. Los compuestos serán puestos a libre disposición de la comunidad investigadora internacional.
«La lucha contra la malaria es urgente, y este avance permite unir fuerzas sin importar los beneficios», señala el científico.
Según las Naciones Unidas, la cifra de víctimas mortales podría doblarse en la próxima década si no se actúa rápidamente. En la actualidad, los laboratorios tienen capacidad para probar uno o dos compuestos al año; «ahora se podrán desarrollar diez o quince a la vez», multiplicando las posibilidades de éxito.
De acuerdo con García-Bustos, aunque los resultados del estudio son «prometedores», «hay que ser pacientes», ya que el nuevo arsenal con posibilidades terapéuticas «tardará dos años en dar un nuevo fármaco contra la malaria, y diez más en estar disponible».
No invadirá Europa
Investigadores de la Universidad de Oxford descartan en «Nature» que, como se temía, el cambio climático expanda el hábitat de los mosquitos de la familia anopheles, transmisores de la malaria, hacia el norte, alcanzando a países de la cuenca mediterránea, entre ellos España. Los científicos creen que en este aspecto será mucho más determinante la forma en que se afronte la pandemia que el aumento de las temperaturas en sí mismo.
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