En silencio, cuando ya no quede ni un visitante delante del Guernica y el Museo Reina Sofía haya bajado el cierre, el robot empezará su trabajo: desmenuzará el gran lienzo que Picasso pintó hace ahora 75 años en más de 20.000 fotografías, que ofrecerán la información más secreta del cuadro más visto.
Como en una gran historia, la máquina construirá la mayor novela de amor y odio jamás contada, en la que se podrá leer sobre la pantalla cuál es la relación que mantienen los materiales, aún vivos después de la muerte de su autor, y cómo será su comportamiento en un futuro.
Cada gesto del pincel será visto ahora como un mundo, cada grieta, una puerta a las enfermedades del gran lienzo de 9 metros de largo y 3,5 de alto. El ojo del robot que todo lo ve tiene una precisión de 25 micras, con sensores y cámaras que detallarán con una resolución extraordinaria los problemas que se ocultan a simple vista, como la mano corrosiva de un novelista mordaz ante una familia en apariencia estable y sin fisuras.
"Esperamos conocer muchos más datos de los que todavía no tenemos", explicaba Jorge García Gómez-Tejedor, jefe del departamento de Restauración del Reina Sofía, ante la máquina, mientras esta se movía sobre la superficie del cuadro, que por momentos perdía todo su horror y barbarie ante la tecnología, "única" en los museos, que el Reina Sofía disfrutará gracias a la ayuda de la Fundación Telefónica, después de renovar su patrocinio con El Prado hasta 2016 y a punto de inaugurar su nuevo centro cultural en Madrid. Las fotografías se realizarán utilizando los últimos avances en luz visible, infrarrojo multiespectral, luz ultravioleta, reflectografía espectral y escaneado en 3D. Un arsenal al servicio de la supervivencia. El último estudio serio, y analógico, que se hizo del cuadro es de hace 14 años. Demasiado tiempo para tanta batalla y dolor.
Más adelante, cuando se hayan catalogado los problemas que alteran la relación entre los materiales, "se interpretarán y se pondrán en conocimiento público", señaló el restaurador. "Todavía estamos en pañales", dijo acerca del conocimiento que se tiene de los malestares del Guernica. "La restauración del siglo XXI requiere, antes de su intervención, el conocimiento", añadió. Una restauración "podría ser sensata, pero creo que no la llegaremos a ver".
El director del Museo, Manuel Borja-Villel, quiso avanzar que para el próximo otoño se montará una gran exposición, que ocupará 3.000 metros cuadrados del Reina Sofía, con motivo de los 75 años del Pabellón de la República española en la exposición internacional de París de 1937. "No será una exposición sobre las relaciones plásticas del Guernica, sino sobre los años treinta. Un periodo que fue muy similar al que vivimos", recordó.
Además, quiso Borja-Villel precisar que el Guernica no se irá al nuevo proyecto que El Prado no termina de cerrar, el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. "Es un tema cerrado y no hay discusión. Hay una especificidad del arte del siglo XX en este museo. El Guernica no va solo, sacarlo significa cambiar un contexto y eso sería desmontar las bases de esta institución. Ya no es posible este debate", concluyó.
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