Los primeros estudios científicos realizados sobre la erupción del volcán islandés Eyjafjallajoukull en abril de 2010 muestran que la columna de humo que llegó a cubrir Escocia una cantidad "considerable" de partículas con carga eléctrica.
Por ello, los expertos que han estado siguiendo la evolución del fenómeno desde que comenzó la erupción el mes de abril concluyen que su estudio demuestra el peligro de estas columnas de humo volcánico para el tráfico aéreo.
La investigación, que se publica este jueves en 'Environmental Research Letters', sale a la luz a pesar de que los científicos británicos no descartan que se produzca más actividad volcánica tanto en este volcán como en otros de la isla.
Un globo científico
Poco después de que comenzara la erupción, la Met Office -principal organismo encargado del seguimiento del volcán-, pidió a los científicos Joseph Ulanowski del Instituto de Investigación de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Hertfordshire, y al experto del departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, Giles Harrison, que desarrollaran un globo científico que les permitiera evaluar la localización y composición de las nubes de ceniza volcánica.
Estos globos, diseñados originalmente y empleados para analizar las nubes de polvo del desierto, pueden ser capaces igualmente de medir no sólo el tamaño de las partículas de esta ceniza volcánica sino también su carga eléctrica. De hecho, las medidas realizadas el curso pasado con este globo en Kuwait y en la costa oeste africana mostraron claramente que el polvo del desierto podría coger carga eléctrica en su contacto con el aire.
De esta forma, los expertos indican que las partículas adquieren cargas eléctricas en su contacto con el aire y, como consecuencia, su comportamiento varía. Por ejemplo, cómo crecen y son removidas por la lluvia.
Así, los expertos enviaron este globo experimental a Escocia, donde observaron y detectaron una capa de cenizas volcánicas en el aire de unos cuatro kilómetros, con unos 600 metros de espesor, con capas muy abruptas tanto superiores como inferiores.
A partir de sus estimaciones comprobaron que ni la energía surgida del volcán, por la que las partículas fueron lanzadas hasta 1.200 kilómetros más allá, ni las condiciones climáticas pudieron ser las responsables de la posición de la carga encontrada en el globo.
La presencia de carga está presente en las capas más internas de la columna de humo, aunque en escasas cantidades en las más externas, contradice la teoría de que estas partículas tomaron carga eléctrica tras mantener contacto con las diferentes capas de nubes.
En este sentido, el experto Giles Harrison ha explicado que las conclusiones refuerzan las teorías de que este tipo de partículas dificultan el tráfico aéreo. "Las propiedades detalladas de la columna de humo volcánica, con el tamaño de las partículas, la concentración y la carga encontradas gracias al balón experimental son más importantes de lo que se pensaba en el impacto sobre el tráfico aéreo", concluye.
Por ello, los expertos que han estado siguiendo la evolución del fenómeno desde que comenzó la erupción el mes de abril concluyen que su estudio demuestra el peligro de estas columnas de humo volcánico para el tráfico aéreo.
La investigación, que se publica este jueves en 'Environmental Research Letters', sale a la luz a pesar de que los científicos británicos no descartan que se produzca más actividad volcánica tanto en este volcán como en otros de la isla.
Un globo científico
Poco después de que comenzara la erupción, la Met Office -principal organismo encargado del seguimiento del volcán-, pidió a los científicos Joseph Ulanowski del Instituto de Investigación de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Hertfordshire, y al experto del departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, Giles Harrison, que desarrollaran un globo científico que les permitiera evaluar la localización y composición de las nubes de ceniza volcánica.
Estos globos, diseñados originalmente y empleados para analizar las nubes de polvo del desierto, pueden ser capaces igualmente de medir no sólo el tamaño de las partículas de esta ceniza volcánica sino también su carga eléctrica. De hecho, las medidas realizadas el curso pasado con este globo en Kuwait y en la costa oeste africana mostraron claramente que el polvo del desierto podría coger carga eléctrica en su contacto con el aire.
De esta forma, los expertos indican que las partículas adquieren cargas eléctricas en su contacto con el aire y, como consecuencia, su comportamiento varía. Por ejemplo, cómo crecen y son removidas por la lluvia.
Así, los expertos enviaron este globo experimental a Escocia, donde observaron y detectaron una capa de cenizas volcánicas en el aire de unos cuatro kilómetros, con unos 600 metros de espesor, con capas muy abruptas tanto superiores como inferiores.
A partir de sus estimaciones comprobaron que ni la energía surgida del volcán, por la que las partículas fueron lanzadas hasta 1.200 kilómetros más allá, ni las condiciones climáticas pudieron ser las responsables de la posición de la carga encontrada en el globo.
La presencia de carga está presente en las capas más internas de la columna de humo, aunque en escasas cantidades en las más externas, contradice la teoría de que estas partículas tomaron carga eléctrica tras mantener contacto con las diferentes capas de nubes.
En este sentido, el experto Giles Harrison ha explicado que las conclusiones refuerzan las teorías de que este tipo de partículas dificultan el tráfico aéreo. "Las propiedades detalladas de la columna de humo volcánica, con el tamaño de las partículas, la concentración y la carga encontradas gracias al balón experimental son más importantes de lo que se pensaba en el impacto sobre el tráfico aéreo", concluye.
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