Autonomía y tiempo de recarga son dos problemas y a la vez uno. La gente no confiará en los vehículos eléctricos hasta que pueda salir de la ciudad y regresar a ella con confianza, y si el viaje es aún más largo, es indispensable que el proceso de carga sea virtualmente instantáneo. A nadie le gustaría tener que esperar una hora o más con el coche conectado a un cargador trifásico, y los puestos automatizados de cambio de baterías, aunque interesantes, suponen un desafío a nivel de infraestructura. Tal vez por eso investigadores del MIT creen haber encontrado la solución a los problemas de alimentación de los coches eléctricos con su "crudo de Cambridge", una sustancia viscosa capaz cargar futuras generaciones de automóviles sin emisiones desde un surtidor. Sí, como si fuera gasolina.
Esta forma de batería semi-sólida de litio, que según sus creadores podría reducir a la mitad el peso y el coste de los sistemas de acumulación actuales, ofrece una alta densidad energética en forma de partículas suspendidas en un electrolito líquido, que podría ser bombeado desde un surtidor al depósito del coche. De esta forma, cargar un coche eléctrico sería más parecido a repostar: por un lado extraes el líquido "gastado", y por el otro, introduces varios litros de producto pre-cargado en la electrolinera. Posteriormente, el líquido recogido podría ser reutilizado.
De acuerdo a las proyecciones de los científicos responsables de este "petróleo eléctrico", que ya han recibido más de 16 millones de dólares en ayudas y capital de riesgo, sus baterías semi-sólidas podrían ser hasta 10 veces más eficientes que las convencionales, y lo que es igual de importante: también mucho más baratas. Hasta un 50% si sus estimaciones son correctas. En realidad las baterías líquidas no son una idea nueva, pero hasta ahora, nadie había conseguido unos niveles de eficiencia y capacidad comparables.
Naturalmente, aún queda un largo tiempo antes de que puedan siquiera vender su idea como alternativa palpable a los paquetes acumuladores usados por coches como el Tesla Roadster o el Nissan LEAF; de entrada, el primer prototipo operativo estará listo en cuestión de 18 meses. Hay motivos para ser cautelosamente optimistas, en cualquier caso, dado que uno de los líderes del proyecto, el profesor de ciencias materiales Yet-Ming Chiang, participó hace una década en la creación de A123 Systems, una empresa escindida del MIT y que hoy por hoy es una firma puntera en el desarrollo de baterías de alta capacidad para la industria de la automoción.
La tecnología del "crudo de Cambridge" ha sido licenciada a 24M Technologies, fundada por Chiang en colaboración con otro profesor del MIT y el emprendedor Throop Wilder, presidente de la compañía.
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