Un bosque de 64 globos oculares que persiguen con la mirada allí
donde uno se desplaza da la bienvenida al visitante. Le siguen un paseo
cronológico por la evolución de la tecnología que comienza con los
cuernos de la tortuga boba y termina con la oscura sala de 800 metros cuadrados que da nombre a la exposición: Tecnorevolución. Orientada sobre todo hacia los más pequeños.
Hoy se inaugura en Cosmocaixa Barcelona
una muestra para ver, pero sobre todo para tocar, con una máxima que
podría resumirse en lo expresado ayer por el director del área de
Investigación de La Caixa, Enric Banda, en su presentación: “La ciencia
es la única manera que tenemos de progresar”.
El montaje propone un acercamiento ameno a la evolución de las
tecnologías convergentes —nanotecnología, biotecnología, TIC y las
ciencias cognitivas— en campos como el de la medicina, la educación o la
ingeniería gracias a las cuales hoy es una realidad lo que en el pasado
era un sueño. En palabras del comisario de la exposición, Javier
Hidalgo, se pretende “mostrar experiencias científicas complejas de
forma accesible”.
Las batallas de meditación son un ejemplo de lo que la
muestra pretende. Dos visitantes se ajustan una cinta para el pelo
similar a la utilizada por los tenistas y, mágicamente, el accesorio
percibe el grado de relajación de cada uno. El más sosegado gana.
Pero no hay magia de por medio, sino ciencia. De esta forma, y tras
la conveniente lectura del panel informativo, el niño entenderá un poco
mejor en qué consiste el estudio de las ondas cerebrales tipo Alpha y
Theta, que son las que producen estados de pensamiento en blanco y de meditación, respectivamente. Esta es la reflexión que persiguen despertar en Tecnorevolución.
“Estamos en un momento en que lo que vende es lo nano y
todas las empresas quieren demostrar que están investigando e incluyen
el término en sus etiquetas”, comentaba ayer Javier Hidalgo, coordinador
de la muestra.
¿Pero qué es exactamente la nanotecnología? Para explicarlo, Hidalgo
tratará de buscar el asombro en sus jóvenes visitantes contándoles, tal y
como hizo ayer, que “la diferencia entre un nanómetro y un milímetro
equivale a la existente entre un milímetro y un kilómetro”. Para dejar
aún más clara la naturaleza de los pequeños ingenios tecnológicos
protagonistas del montaje, el visitante dispone de la posibilidad de
conocer cuál es su estatura expresada en millones de nanómetros.
Tras la sorpresa de ver tal cantidad de cifras y de pensar que la
ciencia trabaje a semejante escala, el visitante se encuentra con el
primer juego interactivo: una gigantesca pantalla táctil en la que se ha
representado el interior del cuerpo humano y que enseña cómo se combate
un tumor.
Uno de los estands que a buen seguro levantarán mayor expectación es el del tiro con arco mental.
En lugar de flechas el equipamiento es una televisión conectada a unos
auriculares, de los que sobresale una pinza que se ajusta al lóbulo
auditivo, y miden el grado de concentración.
La simplificación predominante en toda la muestra evidencia su target infantil y contrasta con lo poco intuitivas que resultan algunas de las actividades, basadas en el uso de software y aparatos con un manejo que no termina de ser del todo claro, al menos para un niño.
Tecnorevolución es la nueva apuesta de Cosmocaixa Barcelona para 2012 como gran exposición anual, sustituyendo a la exitosa Dinosaurios. Tesoros del desierto del Gobi,
que ha registrado una media de 1.800 visitantes diarios. La muestra
estará abierta hasta mayo de 2013. Luego irá a Madrid. Tiempo para verla
hay; al menos, el suficiente para que cuando acabe, el último ingenio
tecnológico en ver la luz ya la haya dejado obsoleta.
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