La reducción es del 6% para 2020 respecto a 1990. La UE, que ofrece un 20%, cree que EEUU "puede hacer más". Obama visitará Copenhague una semana antes que el resto de líderes.
Hace tan sólo diez días, Barack Obama parecía sin fuerzas para encabezar, como todo el mundo esperaba, una revolución verde dentro de Estados Unidos y en la próxima Cumbre del Clima de Copenhague, que se celebrará del 7 al 18 de diciembre. Este miércoles, sin embargo, el presidente estadounidense pretendió alentar de nuevo esas esperanzas al anunciar que viajará a la capital danesa y, además, ofrecer, por primera vez en la historia de su país, una rebaja en las emisiones de gases de efecto invernadero. La idea de la delegación de EEUU es viajar a Copenhague con una oferta de una reducción del 17% en las emisiones de CO2 respecto a las que registró en 2005.
El anuncio de la Casa Blanca, en todo caso, reverdece las esperanzas sólo de forma moderada. La reducción propuesta por Obama es menor de lo que parece y dista mucho de lo que esperan la UE y las organizaciones de protección del medio ambiente.
Como dice un refrán inglés, "el diablo está en los detalles". El recorte que propone Obama del 17% de la emisiones (rebaja que sería progresiva, hasta alcanzar una reducción del 85% en el año 2050) tiene como referencia las emisiones de EEUU en 2005 y no las de 1990, fecha fijada por el Tratado de Kioto. Haciendo el ajuste a ese año, la oferta de Obama se queda en un magro 6%.
Las reacciones que se registraron esta tarde fueron, de hecho, muy tibias. El ministro de Medio Ambiente sueco y, por tanto, ministro de turno de la UE, Andreas Carlgren, se felicitó en un comunicado del hecho de que "EEUU presente ahora una oferta de reducción de emisiones", aunque añadió: "Lamento, sin embargo, que el nivel no sea muy elevado, ya que estimaciones previas indican que EEUU puede hacer más".
El momento elegido por Obama para visitar Copenhague también fue objeto de críticas. La cumbre dura dos semanas, y los jefes de Estado y Gobierno llegarán en la segunda, para firmar el acuerdo que salga del cónclave el 18 de diciembre. Obama acudirá el 9, un día antes de recoger el premio Nobel de la Paz en Oslo. El ministro sueco explica en su comunicado que entiende que la visita de Obama "aumente las expectativas", pero añade: "Yo esperaba que participara en el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno" al final de la cumbre. Greenpeace fue aun más duro: "No se trata de hacerse una foto, sino de conseguir un acuerdo global para detener el caos climático. Obama debería estar a la vez que el resto de líderes".
En todo caso, la ventaja de la oferta de Obama consiste en que ya está presentada al Congreso (aunque aún no está aprobada en el Senado), frente a lo que ocurrió con el Protocolo de Kioto, que fue firmado por Bill Clinton pero jamás entró en vigor, debido a que el poder legislativo de entonces, mayoritariamente republicano, negaba incluso que existiera un cambio climático motivado por la acción del hombre. Una negación que alimentó después el Gobierno de George W. Bush.
El principal problema, según los científicos, consiste en que para evitar una subida media de dos grados en la temperatura del planeta, cuyas consecuencias serían desastrosas para el planeta, los países más industrializados necesitarían limitar en el 2020 entre un 25% y 40% sus emisiones de CO2 con respecto a los niveles de 1990, mientras que los países en desarrollo deberían hacerlo entre un 15% y un 30%. De momento, sólo la UE ha ofrecido una reducción del 20% de sus emisiones, en relación a 1990, y está dispuesta a llegar al 30% si otros países industrializados se comprometen a cifras similares.
Nuevo impulso
La decisión de Obama supone, pese a todo, un impulso general para la cumbre porque puede llevar a otros países, entre ellos China, a sumarse a la lucha contra el cambio climático. Obama, que durante este año de mandato ha logrado en su país varios éxitos ecológicos limitando, por ejemplo, las emisiones de CO2 en automóviles y camiones, y permitiendo la inversión de 80.000 millones de dólares en energías renovables tiene que hacer frente, no obstante, a cierto creciente descreimiento de la opinión pública acerca del cambio climático. El 72% de los estadounidenses cree en este fenómeno frente al 80% que lo hacía el año pasado, según una encuesta publicada en The Washington Post.
A falta de 10 días para la cumbre de Copenhague, y pese a que el primer ministro danés ya espera a "más de 60 líderes mundiales", José Luis Rodríguez Zapatero todavía no ha confirmado su asistencia. La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, aseguró este miércoles que "todos los líderes están confirmando en estos días que van a acudir" a la cita, "entre ellos, nuestro presidente del Gobierno". Sin embargo, fuentes del Ministerio de la Presidencia explicaron a Público que el jefe del Ejecutivo tiene previsto estudiar este tema hoy, cuando regrese de Berlín, donde ha visitado a la canciller alemana Angela Merkel. El pasado lunes, otras fuentes de Presidencia adujeron que el viaje no estaba cerrado, "de momento", y que la presencia de Zapatero en Copenhague no se decidiría hasta diciembre.
Para el director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, la vacilación de Zapatero es "una muestra más del abismo entre sus palabras y su falta de acción". En opinión del secretario general de WWF, Juan Carlos del Olmo, "es un escándalo" que el presidente siga sin manifestar si irá a Dinamarca. "Si cree que el cambio climático es una amenaza, es lamentable esperar a ver qué dice Obama", remacha.
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