A rebufo del interés que muchos lectores han manifestado en los comentarios de la noticia de la reactivación del Gran Colisionador de Hadrones del CERN, interés que se centraba básicamente en destrucciones masivas, el fin del mundo y demás, vamos a profundizar un poco en esos supuestos peligros. ¿Hasta qué punto son infundados?
Los más agoreros acerca de las consecuencias del LHC siguen la misma lógica de los que afirman que la física se asocia con las bombas atómicas; la química, con los pesticidas; y la biología, con los ensayos clínicos con animales y con aberrantes mutaciones genéticas. Es decir, basan su razonamiento en el miedo.
Periódicos gratuitos como los que se distribuyen por la calle o el metro llegaron a publicar titulares como El laboratorio LHC tiene un 75 % de probabilidades de extinguir la Tierra. Lo entiendo, explicar para qué sirve el LHC no es fácil, pero recurrir a la imaginería de la ciencia ficción para hablar destrucciones cósmicas sí es una noticia impactante para el lector medio.
Las posibles catástrofes que podría desencadenar la activación del LHC, dejándonos invadir por el síndrome de Frankenstein, son:
-La creación de materia extraña supermasiva que convertiría el planeta en una estrella de neutrones sin vida alguna.
-La creación de un agujero negro inestable que acabaría engullendo todo el planeta Tierra y, luego, probablemente, el Sistema Solar. Algo así como una voraz aspiradora astronómica. Incluso en el documental Cuatro formas de destruir el mundo, ésta era una de las formas que se ilustraban con todo lujo de detalles, al modo de las películas de desastres de Hollywood.
-La creación de monopolos magnéticos que pudieran catalizar el decaimiento del protón y, por lo tanto, la disolución de la materia.
-La activación de la transición a un estado de vacío cuántico. Aunque suena ininteligible, confiad en mí: es algo muy malo.
Científicos de todos los países del mundo han tenido la paciencia demostrar lo improbable que resulta que ocurra alguno de estos desastres. Agujeros negros sí se producirán, pero serán diminutos y apenas durarán una fracción de segundo antes de evaporarse.
Y, por otra parte, nuestro planeta está continuamente expuesto a fenómenos naturales similares o incluso más agresivos que los augurados para el LHC; por ejemplo, los rayos cósmicos que alcanzan cada día a la Tierra han producido ya el equivalente a un millón de eventos LHC.
Según los científicos, pues, el riesgo de genocidio por parte del LHC es despreciable. Pensadlo: ¿miles de científicos de varios países del mundo colaborarían en un proyecto que podría destruirles a ellos mismos, a sus familias y a todos a cuantos les cayeran más o menos bien? Y si no es así, todo pasará tan deprisa que tampoco nos daremos cuenta de ello. En un abrir y cerrar de ojos, plop, nos esfumaremos. Y a otra cosa, mariposa.
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