El problema de los gases de vaca es de orden medioambiental. Pero como bien reza la homeopatía, la solución está en el problema mismo. Voy al grano y me refiero a energía alternativa; más concretamente a las vacas; o siendo más gráfico, a explotar las vacas como recurso de energía renovable.
Científicos de la Universidad de Stanford han detectado en el cerebro de las vacas una proteína muy especial que lleva el nombre de clatrina, que puede servir propósitos de optimización de recursos energéticos como las baterías. Me explico a continuación, lo más clara y brevemente posible.
Esta proteína tiene la capacidad de ensamblarse en estructuras versátiles que promueven la formación de moléculas complejas. En el ámbito celular la clatrina forma una estructura en la pared externa de las células, la cual hace que los átomos y moléculas se adhieran a ella según el deseo de la proteína. Cuando la carga suficiente está completa, la proteína ingresa al interior de la célula e inserta su carga molecular dentro de ella.
Esta habilidad de la clatrina de insertarse en las moléculas y conectar estructuras la convierte en candidata ideal para crear electrodos de baterías y celdas solares.
Los científicos pueden dirigir las moléculas que quieren añadir a la clatrina, para así crear estructuras moleculares a las cuales añadir más moléculas y conectar con otras moléculas. Con las combinaciones correctas de átomos y moléculas, los investigadores pueden crear catalizadores, electrodos y otros bloques de baterías.
El equipo de científicos ya ha creado algunos materiales energéticamente aprovechables con esta proteína, que está presente en el cerebro de las vacas en mayor porcentaje que en cualquier otro organismo vivo.
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