23 abr 2010

Para aprender mejor, duerma una siesta


Unos hábitos de estudio exitosos deberían incluir muchas siestas. Así lo indica un nuevo estudio, que hoy publica la revista Current Biology en su edición online, y que muestra cómo las personas que duermen una siesta y sueñan con una tarea que acaban de aprender la realizan mejor cuando despiertan que aquellas que no duermen nada o que duermen pero no tienen ningún sueño asociado.

Que la siesta tiene numerosos beneficios para la salud no es nuevo. Pero ahora, una investigación revela que esta costumbre tan mediterránea supone una ventaja a la hora de afianzar los conocimientos previamente aprendidos, aunque sólo si se sueña con la tarea memorizada.

“Algunos han considerado el sueño como un entretenimiento, pero este estudio sugiere que se trata de un subproducto del procesamiento de la memoria”, explica Robert Stickgold, autor principal del trabajo e investigador de la Facultad de Medicina de Harvard (EE UU).

Los autores pidieron a los participantes que se sentaran delante de una pantalla de ordenador y memorizaran la estructura de un laberinto tridimensional para que pudieran, cinco horas más tarde, llegar a un punto concreto (un árbol) cuando se les dejaba caer en un lugar al azar en el espacio virtual. Quienes durmieron una siesta y recordaban haber soñado con la tarea llegaron al árbol en menos tiempo.

“En un principio, pensábamos que el sueño debe reflejar el proceso de la memoria que mejora el rendimiento”, afirma Stickgold. “Pero cuando miras el contenido de los sueños es difícil sostener esto”. Además, el investigador no tiene claro si hay que recordar los sueños para sacar beneficios, aunque sospecha que no. "Después de todo -señala- las personas sólo recuerdan no más del 10 o 15% de los sueños".

“Pensamos que los sueños son un indicador de que el cerebro está trabajando en el mismo problema en diferentes niveles”, continúa Stickgold. “Los sueños pueden reflejar el intento del cerebro de encontrar asociaciones para los recuerdos que podrían hacerlos más útiles en el futuro”.

En otras palabras, no es que los sueños nos lleven a una mejor memoria, sino que son un indicio de que otras partes inconscientes del cerebro están trabajando duro para recordar cómo guiarse por el laberinto virtual. Porque los sueños son básicamente un efecto secundario de ese proceso de la memoria.


Estudiar antes de dormir

Los autores sostienen que puede haber formas de aprovechar este fenómeno para mejorar el aprendizaje y la memoria. Por ejemplo, puede que sea mejor estudiar justo antes de irse a dormir a hacerlo por la tarde. Y puede que sea aconsejable dormir una siesta tras una intensa tarde de estudio.

Las personas pueden darse cuenta de los hábitos de estudio o los procesos mentales que les llevan a soñar sobre algo que necesitan recordar mientras están despiertas. Stickgold explica que lo más emocionante es aclarar una cuestión más profunda: ¿Por qué soñamos? ¿Cuál es su función?

Los investigadores esperan seguir su estudio mediante la manipulación del entorno de aprendizaje, de manera que se estimule la incorporación en los sueños. También planean estudiar el mismo fenómeno tras una noche entera de sueño.


Referencia bibliográfica:

Wamsley et al.: “Report: Dreaming of a Learning Task Is Associated with Enhanced Sleep-Dependent Memory Consolidation.” Current Biology 20, 1–6; 11 de mayo de 2010. DOI 10.1016/j.cub.2010.03.027






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