11 mar 2010

El hombre que puede evitar catástrofes


El terrible tsunami de 2004 fue el desastre natural más mortífero de la historia moderna. Cerca de 300.000 personas murieron en la catástrofe, a pesar de que la onda expansiva de las olas, que afectó especialmente a Indonesia, no llegó a su destino por sorpresa. Tardó dos horas en alcanzar las costas de la India, y seis en precipitarse sobre Somalia y Kenia. Si el proyecto en el que trabaja Sergio Idelsohn hubiera sido hace seis años una realidad, parte de esta gran tragedia podría haberse evitado. El curso del tsunami se hubiera conocido a tiempo real gracias al novedoso simulador informático en el que trabaja, una especie de «bola de cristal» matemática para augurar cómo se comporta un líquido o un gas y poder hacer frente a eventos inesperados como una inundación, la ruptura de un dique o un incendio. ¿No sería maravilloso tener un invento semejante de cara al futuro?

Sergio Idelsohn es un especialista en mecánica de fluidos, investigador en el Centro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería (CIMNE) de la UPC de Barcelona. Recientemente, ha recibido un prestigioso premio de tres millones de euros del Consejo Europeo de Investigación (ERC) -una concesión que sólo se otorga a proyectos de alto riesgo pero que pueden producir resultados científicos de gran impacto-, para desarrollar un sistema de simulación informática que permita realizar cálculos del movimiento de líquidos y gases en tiempo real.


Cuestión de velocidad

Precisamente, ahí reside la novedad de su procesador. Desde hace algún tiempo, los científicos ya eran capaces de prever los efectos de una ola grande, de un incencio o de un volcán en erupción, pero sus cálculos son demasiado lentos. «Por ejemplo, para saber cómo se mueve un barco frente a una ola necesitamos diez horas de computación. ¿Es mucho? Depende, si estamos diseñando el barco tenemos un año para trabajar, pero hay algunos fenómenos, como un tsunami, en los que necesitamos una respuesta muy rápida», explica el profesor. «Debemos saber en menos de quince o veinte minutos hasta dónde y con qué fuerza va a llegar el agua, para evacuar a la población si fuera necesario».

Para conseguir la simulación a tiempo real, el nuevo procesador que desarrolla Idelsohn se inspira en la tecnología de los videojuegos GPGPU, en la que los cálculos son prácticamente instantáneos. «Cuando juegas al tenis en una consola, le pegas a una pelotita virtual y ésta se mueve inmediatamente en la pantalla», describe. La idea novedosa del proyecto es utilizar estos procesadores con nuevos métodos numéricos y algoritmos para otras aplicaciones muchísimo más importantes que un juego,como la de conocer el curso de un tsunami, la inundación de un río o el aguante de un dique, pero también hay muchas otras en el campo de la bioingeniería y de la industria. Por ejemplo, saber cómo se mueve el flujo sanguíneo al colocar una válvula cardíaca en una operación -puede ayudar al cirujano a tomar una decisión rápida ante un paciente con el pecho abierto- o qué dirección toma el metal fundido en una industria metalúrgica para evitar que provoque algún accidente.





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