La culpa es James Cameron y su Avatar. La industria del cine no tenía demasiada confianza en que el proyecto del megalómano número uno de Hollywood fuera a cambiar el panorama tal y como lo ha hecho y ha tenido que moverse rápido. Avatar, con su recaudación mundial de 2.000 millones de euros, ha demostrado que el público estaba dispuesto a pagar más por el 3D, un producto tecnológicamente más avanzado o simplemente más espectacular.
Por eso, todos los estudios se subieron al carro tridimensional y procedieron a anunciar toda una ristra de títulos a estrenar en ese formato. El problema es que la gran mayoría de esas películas no se habían rodado en 3D. Aquí empieza un cuento nuevo que incluye palabras como "conversión informática" y que acaba -inevitablemente- generando una pregunta: ¿nos está tomando Hollywood el pelo con el 3D? El asunto se discute en foros de webs como aintitcool.com, rottentomatoes.com o hitfix.net.
Y, encima, ha provocado una marejada en el interior mismo de la industria. Michael Bay ha verbalizado una resistencia feroz a que la tercera parte de Transformers acabe transformada informáticamente en 3D. "¿Tengo que enviar mi película a India y esperar sentado a que me la devuelvan? No me convence". Sam Raimi ha renunciado a dirigir la cuarta entrega de Spiderman después de que el estudio le sugiriera que debía ser tridimensional. Obviamente, el núcleo final de todo este movimiento a favor del 3D dista mucho de ser artístico: como insistía The Wall Street Journal, en marzo el precio de las entradas en Estados Unidos para las sesiones en tres dimensiones subió un 26%. En España la diferencia entre una sesión convencional y otra en 3D puede llegar al 50% (de los 8 a los 12 euros). "Como profesional de la industria me da rabia que mucha gente se aproveche del 3D, llevando a la pantalla películas en las que el efecto 3D es mínimo. Entiendo que algunos espectadores se sientan defraudados. Creo que habría que ir con cuidado", comenta Jordi Llompart, el primer director europeo que ha rodado un filme con actores de carne y hueso en 3D (su Viaje mágico a África se estrenará el 7 de mayo). Una leyenda urbana asegura que los ejecutivos de Warner vieron el primer montaje de Furia de titanes y decidieron que sólo salvarían la inversión económica convirtiéndola en 3D. Sea cierta o no la historia, sí es verdad que ayer por la tarde las previsiones apuntaban a que en EE UU iba a recaudar en su primer fin de semana casi 50 millones de euros. Todo por la pasta.
El resultado de ese trucaje informático, ¿se nota cualitativamente? "El problema de la dimensionalización -que es como llaman los profesionales a pasar una película de 2D a 3D- es que se consigue aplicando un software que actúa con un patrón de uniformidad. Por tanto, el efecto es el mismo independientemente de la secuencia que estemos viendo. ¿Se puede hacer de otra manera? Por supuesto, podría aplicarse plano por plano, pero sería mucho más costoso y laborioso", asegura Llompart, auténtica enciclopedia del tema. El cineasta catalán describe los hándicaps: "En primer lugar, las gafas restan un 30% de luz a la pantalla y los proyectores no tienen aún suficiente potencia lumínica como para compensarlo. En segundo lugar, como sabe quien haya filmado en 3D, los travellings y los movimientos bruscos no encajan bien con el formato. Y en tercer lugar, cuando uno rueda directamente en 3D el coste es un 30% mayor que si se rueda en 2D; en contrapartida preparas cada plano pensando en el formato, decides si quieres que sea más o menos profundo, mientras que si se convierte -y a menos que como he dicho antes se trabaje plano por plano- es imposible planificar eso".
Los dos últimos ejemplos del trabajo de conversión son Alicia en el País de las maravillas, de Tim Burton, y Furia de titanes, de Louis Leterrier, la reina de la taquilla mundial esta Semana Santa. En la primera, muchos espectadores se han quejado de la oscuridad de la versión 3D, problema que no presenta su copia plana, y hasta su productor, el veterano Richard D. Zanuck, ha tenido que salir a la palestra para pedir "silencio" a James Cameron, después de que este declarara a deadline.com: "Si quieres hacer una película en 3D, ruédala en 3D. Este es el típico ejemplo de Hollywood haciendo algo mal". Zanuck afirma que él y Burton decidieron que era "demasiado pesado trabajar con las cámaras de 3D" y que estaban "muy satisfechos" con la conversión.
La segunda, Furia de titanes, ha tenido aún más problemas. Las secuencias de acción no habían sido concebidas para el formato ("los movimientos bruscos" de cámara de los que habla Llompart y que provocan bastantes mareos en los espectadores) y el filme presenta ciertos problemas dimensionales que afectan a la percepción del tamaño de los personajes en pantalla, tal y como afirmaba en estas mismas páginas el crítico Javier Ocaña.
El bloguero Peter Sciretta, de la web slashfilms.com, fue uno de los primeros en ver el filme: "En ocasiones los personajes parecen sobresalir como figuras de cartón recortado mientras que en otras es como ver un gráfico generado por ordenador". Todo porque, por las prisas del estudio, el proceso de transformación de 2D a 3D se realizó en tan solo diez semanas (a cargo de Prime Focus, una de las compañías implicadas en Avatar), cuando los expertos afirman que para hacerlo correctamente se necesitarían mucho más tiempo. "Para que la calidad sea impecable nosotros calculamos que se necesitan unos ocho meses", declaraba en Barcelona el productor de Titanic y Avatar, Jon Landau. Pero eso no importa porque ante todo está el dinero. En el primer trimestre de 2010, en EE UU la taquilla ha crecido, por el precio de las entradas para 3D, un 10%, con respecto al mismo periodo en 2009. De ahí que pidan silencio al todopoderoso Cameron.
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